Un contador jubilado que padecía una enfermedad neuronamotora envió una dramática una carta abierta a los parlamentarios británicos pidiéndoles que cambiaran la ley sobre la muerte asistida, pocas horas antes de suicidarse. Su mayor preocupación era al destino de su esposa, que lo ayudó en su búsqueda de una muerte digna, a quien la justicia británica podría condenar a prisión.
Geoff Whaley, de 80 años, viajó a Suiza desde el Reino Unido, donde en la mañana del jueves 7 de febrero tomó un vaso de agua con drogas letales en la clínica “Dignitas”, que ayuda a las personas que optan por la muerte digna. Murió pacíficamente en brazos de su esposa y rodeado de su familia.
El contador jubilado, residente en Buckinghamshire, optó por terminar su vida después de perder la capacidad de usar sus manos tras diagnosticado con una debilitante enfermedad que destruye el sistema motor del cuerpo y provoca el desgaste muscular y de la que era víctima desde hacía dos años. En diciembre, los médicos le habían pronosticado nueve meses de vida.
"Quiero inculcarles la angustia que yo y mi familia hemos experimentado, no por esta terrible enfermedad (aunque, por supuesto, esto ha sido increíblemente difícil), sino por la ley contra la muerte asistida en este país”, dijo Whaley en su carta.
Whaley reveló cómo "lloró" cuando su esposa Ann, de 76 años, fue interrogada por policías y le dijo que podía ser condenada con hasta 14 años de prisión por ayudarlo a organizar el viaje a la clínica suiza. Geoff dijo que no pudo disfrutar de las últimas semanas de su vida “por las visitas de los servicios sociales y la policía”. Dijo que la ley actual en el Reino Unido le “robó el control sobre mi muerte" y que “ninguna familia debería tener que soportar el tormento que hemos sufrido en las últimas semanas".
En la carta a los parlamentarios, Whaley escribió: "Cuando ustedes lean esto, yo ya estaré muerto". Dijo que la ley británica “buscó castigar a los que intentaban ayudarme a llegar allí” y agregó que “hipocresía y la crueldad de esto es asombroso”. "Quiero inculcarles la angustia que yo y mi familia hemos experimentado, no por esta terrible enfermedad (aunque, por supuesto, esto ha sido increíblemente difícil), sino por la ley contra la muerte asistida en este país”, continuaba en su carta.
"Es una de las enfermedades que no desearías ni a tu peor enemigo. Las últimas semanas o meses, que podían ser particularmente espantosos, decidí que realmente no quería pasar por eso. Estábamos bastante reconciliados con esa idea", dijo la esposa.
Según relató el diario británico The Sun, su esposa le ayudó a reservar vuelos a Zurich y la habitación de un hotel local donde disfrutaron de una última comida junto con sus dos hijos adoptados, Alix y Dominic. Cuando se le preguntó acerca de ayudarlo a “suicidarse”, Ann dijo: “No pienso en eso de esa manera. Cuando tienes un marido tan valiente como el mío, tienes que apoyarlo". Ann le dijo a la BBC: “Ellos (la policía) claramente no esperaban encontrar una situación no abusiva. Estaban bastante avergonzados.
"Su última extremidad se había ido y ya no podía hacer nada por sí mismo; no podía sostener un teléfono, no podía presionar números, no podía alimentarse por sí mismo, mientras que antes podía sostener un vaso gin tonic, incluso si le ponía una pajita, él podría hacer eso". Al describir la enfermedad, dijo: "Es una de las enfermedades que no desearías ni a tu peor enemigo. Las últimas semanas o meses, que podían ser particularmente espantosos, decidí que realmente no quería pasar por eso. Estábamos bastante reconciliados con esa idea".
Al menos tres británicos se enfrentaron a una investigación policial después de regresar de la muerte asistida de un ser querido en una clínica de Dignitas, informó el Times, aunque nadie ha sido procesado. Tras la muerte asistida de Geoff, la policía abandonó el caso, pero la familia quiere que se modifique la ley para permitir la muerte asistida en algunas circunstancias. Creen que la ley debería redactarse para garantizar que las personas vulnerables aún estén protegidas del abuso.
D.S.