Desde julio de 2021, ciudadanos de Medio Oriente, y especialmente iraquíes, volaron a Bielorrusia con la esperanza de cruzar la frontera hacia la Unión Europea (UE), en lo que los analistas consideran como una “guerra híbrida” ideada por el régimen bielorruso y no una crisis migratoria como la que sacudió a Europa en 2015.
Desde entonces, Letonia, Lituania y sobre todo Polonia se vieron bombardeados por la llegada de decenas de miles de inmigrantes y refugiados. El primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki se negó a dejar pasar los migrantes a su territorio y ha declarado el estado de emergencia en las zonas fronterizas. Ya aprobó en octubre una ley que permite a los guardias fronterizos deportar inmediatamente a los inmigrantes que crucen la frontera ilegalmente, y rechazar las solicitudes de asilo. ¿Qué diferencia esta situación a la crisis migratoria de 2015?
Conflicto fabricado. En primer lugar, esta situación no es una crisis migratoria, sino una “guerra híbrida” fabricada por Bielorrusia, precisa a PERFIL Romain Le Quiniou, director general de Euro-Creative, un think tank especializado en Europa Central y del Este. “La crisis entre Turquía y la UE fue una crisis migratoria por la simple razón de que los migrantes y refugiados estaban allí”, recuerda.
Las autoridades polacas y la UE coinciden con esta afirmación y señalan que el presidente bielorruso Alexander Lukashenko, fabricó la crisis en represalia por las sanciones impuestas a Minsk tras su cuestionada elección presidencial de 2020 y la posterior represión de la oposición. “Sin su participación, no tendríamos una crisis”, explica Oleg Ignatov, analista principal de Rusia y sus implicancias en International Crisis Group.
Las autoridades bielorrusas y las empresas turísticas controladas por el Estado, así como algunas compañías aéreas, facilitaron los trámites de visado y viaje, permitiendo a estos migrantes llegar a la frontera polaca. Para Le Quiniou se trata de un caso de “tráfico de inmigrantes”. Bielorrusia “ayudó a los refugiados a acercarse a la frontera polaca, y los guardias fronterizos bielorrusos motivaron a estas personas, escoltando a grandes grupos hasta la línea fronteriza, y quizás incluso, empujándolos a cruzar”, agrega Ignatov.
Objetivos. Los objetivos de Lukashenko son el levantamiento de las sanciones económicas de la UE, y que Bruselas reconozca su mandato. En lugar de optar por el diálogo con la oposición, el presidente prefirió desestabilizar la región y chantajear a la Unión Europea.
Para ello, Bielorrusia decidió “inundar Polonia y Lituania de inmigrantes porque acogían a muchos refugiados políticos y opositores de Bielorrusia. Lukashenko sabía que las fronteras no estaban suficientemente protegidas y que no podían soportar una mayor afluencia desde Medio Oriente”, sostiene Le Quiniou.
Desde Minsk pensaron que la crisis les permitiría “extraer concesiones de la UE y sus Estados miembros. Aparentemente, establecieron una analogía entre la situación actual y la crisis fronteriza entre Grecia y Turquía en 2015. Sin embargo, Bielorrusia, a diferencia de Turquía, no es vecina de países afectados por conflictos”, dijo Ignatov.
Según Le Quiniou, la idea de Lukashenko fue “desencadenar divisiones en el seno de la UE para crear cierto caos político, como vimos en 2015, pero la UE se resistió y apoyó el hecho de que Polonia estaba siendo atacado”. Por esta razón la UE se esfuerza para quedar unida y no ceder al chantaje, aunque esto signifique dejar a los migrantes muriéndose de frío en la frontera.
Putin. Los especialistas enfatizan en que Bielorrusia puede seguir esta estrategia porque cuenta con el apoyo de Rusia. Aunque Vladimir Putin mantiene una relación complicada con Lukashenko, a Rusia le interesa tener una Bielorrusia pro-rusa. Además, considera “el no reconocimiento como una agresión a la política interna de Bielorrusia, como un modelo de Occidente que interviene donde no debe. La cuestión es que Rusia no lo quiere para sí”, manifiesta Ignatov, lo que le interesa es que Bruselas reconozca a Lukashenko y elimine las sanciones.
Además, el gasoducto ruso pasa por Bielorrusia, así, las sanciones económicas a Bielorrusia afectan en cierta medida a Rusia, según Ignatov. Por ello, “Rusia tiene interés en normalizar las relaciones entre Luka-shenko y la UE”, aunque es difícil descifrar cuánto tiempo esta crisis se puede prolongar: puede ser meses o años”, advierte.
El drama es que, si bien la UE no está obligada legalmente a acoger a estos inmigrantes, con guerra híbrida o sin ella, los valores humanos que defiende no están representados en esta situación.