La irresponsable actitud de Jair Bolsonaro, llamando a los brasileños a salir a las calles, cuestionando las medidas de cuarentena tomadas por los gobernadores de su país y pidiendo el regreso de las clases, encendió las alarmas no solo en Brasil, sino también en sus vecinos de la región. Con 3.904 casos confirmados y 111 muertos, la curva epidémica de Brasil asciende más rápidamente que la de Italia, España y Estados Unidos, lo que plantea una seria amenaza a la salud pública.
El presidente, en guerra declarada contra los gobernadores de San Pablo, João Doria (PSDB), y de Río de Janeiro, Wilson Witzel (PSC), se embarcó en una peligrosa campaña de minimización de la pandemia, a la que calificó como “una gripecita”. “¿Van a morir algunos? Van a morir, lo siento. Esta es la vida, esta es la realidad. No podemos cerrar la fábrica de automóviles porque hay 60 mil muertes por accidentes al año”, aseveró, calcando la estrategia adoptada hasta hace unos días por Donald Trump.
La curva de casos confirmados de Brasil asciende más velozmente que la de los países más castigados por la pandemia. El viernes, cuando se cumplían 31 días desde el primer caso confirmado, Brasil tenía 3.417 infectados. A esa altura, Italia apenas reportaba 1.694.
Las consecuencias de los actos de Bolsonaro se sentirán en las próximas semanas. Según un estudio del Imperial College de Londres, el país podría tener 187 millones de infectados y más de un millón de muertos en caso de no tomar medidas de aislamiento social. Si el sistema de salud brasileño colapsa, la crisis podría trasladarse a las fronteras de otros países, entre ellos las de Argentina, pese al cierre ordenado esta semana por Alberto Fernández.
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“El coronavirus establece el regreso del concepto de frontera. Pensar al otro como una posible amenaza, ya no a la seguridad nacional sino en términos sanitarios”, explicó a PERFIL Esteban Actis, doctor en Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). “Si Argentina logra con la cuarentena, con el costo que eso tiene, frenar el virus, pero tenemos posibles focos en la frontera con Brasil, tenemos un problema muy grande”, agregó.
Juan Battaleme, profesor de Ucema y la Universidad de Buenos Aires (UBA), no cree que un brote descontrolado en Brasil impactaría en la Argentina. “Tenemos una frontera que en esencia es un cuello de botella, por lo tanto la penetración terrestre es complicada. El río hace que sea dificultoso que penetren aunque no imposible, sobre todo si suponemos que la gente busca refugio en el país”, consideró.
Battaleme cree que la crisis del coronavirus puede, incluso, mejorar la relación bilateral entre Argentina y Brasil. “Si la cuarentena tiene éxito y se logra controlar el brote, podríamos eventualmente asistir con capacidad remanente. Por lo tanto, no diría que es una hipótesis de conflicto, sino que hasta puede ayudar a mejorar la relación con la administración de Bolsonaro”, afirmó.
Actis, en cambio, es pesimista: “En un contexto donde la relación bilateral entre Argentina y Brasil en el Mercosur tiene una dificultad supina en establecer una agenda cooperativa, los efectos negativos del coronavirus en términos económicos, fronterizos y discursivos hacen que nos esperen más tensiones. Hay que ver qué queda después de la tierra arrasada de esta crisis para saber qué Mercosur se proyecta”.
Argentina, Paraguay y Uruguay, socios de Brasil en el bloque regional, enfrentan el mismo riesgo ante un brote en el gigante sudamericano. Según informó el diario ABC Color, 173 paraguayos llegaron el 28 de marzo a Ciudad del Este, provenientes de San Pablo, y fueron recluidos en cuarentena por 14 días. Paraguay extendió la cuarentena hasta el próximo 12 de abril.
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Manotazo de ahogado. Bolsonaro anunció el sábado un giro de 118 millones de dólares para combatir el Covid-19 y prometió que harán 22 millones de test a la población, en un esfuerzo por detener los cacerolazos que noche a noche suenan en los barrios de Río y San Pablo.
Tal vez sea demasiado tarde para que Brasil frene la pandemia; quizás también para que Bolsonaro controle una dinámica política en la que los gobernadores, la elite paulista, el Congreso y los militares se colocaron, expresamente, en la vereda de enfrente.
Revés del gobierno en la justicia
Un tribunal federal de Río de Janeiro prohibió el sábado al gobierno brasileño difundir propagandas contra medidas de aislamiento para controlar la propagación del nuevo coronavirus. La decisión respondió a un pedido del Ministerio Público Federal, tras la campaña de Jair Bolsonaro titulada “Brasil no puede parar”.
El video del Palacio del Planalto incentivaba a no interrumpir las actividades. La presidencia confirmó la veracidad de la pieza pero argumentó que se trataba de un video “experimental”. Flavio Bolsonaro, hijo del presidente Jair Bolsonaro y senador, la difundió en su página de Facebook la noche del jueves.
La Justicia había anulado el viernes el decreto que excluía a las iglesias, a los templos religosos y a las casas de lotería de las cuarentenas impuestas en algunos estados para frenar la pandemia. “El acceso a iglesias, templos religiosos y loterías estimula la aglomeración y la circulación de personas”, escribió en su decisión el juez Marcio Santoro Rocha. El decreto de Bolsonaro equiparaba “las actividades religiosas de cualquier índole” a las farmacias y los supermercados.