Ciudad del Cabo, la capital legislativa de Sudáfrica, está enfrentando una de las peores crisis climáticas en su historia. Hace tres años que llueve mucho menos del promedio y sus ciudadanos viven con la amenaza constante de quedarse sin agua. Desde hace pocos meses que usan solo 50 litros de agua por día ante un panorama desolador, consecuencia de la falta de previsión y de presupuestos, y de la grieta política que existe en el país. En tanto, desde el gobierno de la ciudad llamaron a “rezar para que llueva”.
Por ahora, el Día Cero (cuando se agotará el agua) viene siendo pospuesto gracias al esfuerzo de los propios ciudadanos y a las donaciones de agua del sector agropecuario. Pero los reservorios siguen a menos de un cuarto de su capacidad y aunque hayan logrado retrasar el Día Cero de marzo a principios de junio, lo cierto es que la inquietud social sigue vigente.
“Nadie del sector político quiere hacerse responsable de la crisis, se culpan entre ellos”, explicó Daniel Silke, consultor político sudafricano y director de Political Futures Consultancy, a PERFIL. Y añadió: “Las diferencias de color político entre el gobierno nacional y los gobiernos provincial y municipal no ayudan para nada; hay una falta de previsión, una falta de voluntad política, un presupuesto cortoplacista y una falta de pensar a futuro
situaciones como el calentamiento global”.
Alerta. Los expertos venían alertando sobre una posible sequía desde 2004, pero nadie hizo caso. Las precauciones que se intentaron tomar –como lo fueron varios proyectos de plantas de desalinización y de reciclado del agua– se descartaron por ser caras o porque tomaban demasiado tiempo. Según Silke, esta crisis del agua refleja una realidad de Sudáfrica y es “una advertencia para el mundo”.
Amy Daniels, una joven sudafricana oriunda del norte de Ciudad del Cabo, explicó a PERFIL: “Estábamos esperanzados de que no iba a llegar a esto, pero siendo de Sudáfrica, cuando el gobierno te dice que algo no va a ir peor, tenés que ser un poco escéptica”, señaló. “Estamos rezando para volver a alguna forma de normalidad; hace cinco años teníamos inundaciones y lo normal era buscar de qué forma evitarlas... pero ahora ya no es así”, agregó la joven.
Tanto Daniels como Silke coincidieron en que la única salvación para no padecer el Día Cero es lograr llegar a la temporada de lluvias (entre junio y agosto). Sin embargo, hace tres años que esa instancia climática viene muy por debajo de las expectativas. Quizás no les quede más que “rezar para que llueva”, como pidió en un comunicado el Departamento de Agua y Saneamiento de Ciudad del Cabo.
Mientras tanto, los habitantes de la ciudad seguirán duchándose en menos de dos minutos cada dos o tres días, sin regar las plantas o lavar los autos. Seguirán con las piletas vacías, usando poco el lavarropas, reutilizando todo el agua posible para distintos menesteres.
“Estamos sobrellevando la situación, tratando de vivir lo mejor posible y ahorrando todo el agua que podamos”, concluyó Daniels.