Luego de que Luiz Inácio Lula da Silva se entregara esta tarde a la Justicia, un fuerte operativo policial aguarda la llegada la ciudad de Curitiba, donde el exmandatario quedará detenido.
Esta tarde, la presidenta del Partido de los Trabajadores (PT), Gleisi Hoffmann, convocó a toda la militancia de izquierdas a “ocupar” Curitiba y Brasilia, para demostrar su apoyo al expresidente brasileño.
En este marco, la Policía bloqueó el tráfico en las zonas aledañas a la institución dose será encarcelado. Además, alinearon barreras de efectivos para mantener separados a partidarios y adversarios del expresidente.
“Pedimos a los líderes de los simpatizantes para que eviten cualquier animosidad. La Policía Militarizada está en el local para garantizar la libre manifestación de ambos grupos y evitar que los más exaltados quieran enfrentarse”, dijo el teniente-coronel Nasson Polak a periodistas delante de la Superintendencia de la Policía Federal.
Da Silva salió en medio de una multitud del sindicato metalúrgico de San Bernardo do Ocampo en el que pasó las últimas 24 horas, a la espera del vencimiento del plazo que le había dado Moro para entregarse voluntariamente.
Sólo abandonó la sede gremial para asistir a una misa en recuerdo de su esposa, Marisa Rocco, que cumpliría hoy 68 años. Doña Marisa, como se la conoció en todo el país, murió en febrero de 2017, y era una de las personas investigadas en la causa por la que hoy su viudo vuelve a prisión.
Afuera, los manifestantes coreaban consignas de resistencia e intentaban vulnerar las vallas. Lula intentó esta tarde salir en un auto gris sin poder lograrlo. Recién se entregó pocos minutos antes de las 19, antes de que venciera el ultimátum del juez Sérgio