Corea del Norte no escatimó ayer críticas contra Estados Unidos y acusó al país de hipocresía cuando se cumplen dos años de la histórica cumbre entre el presidente Donald Trump y el líder de Pyongyang, Kim Jong Un.
Hace ya varias semanas que Corea del Norte ha multiplicado sus ataques verbales contra Washington y Seúl. Llegó incluso a amenazar con alterar la celebración de las elecciones presidenciales en Estados Unidos en noviembre si el país sigue “entrometiéndose en los asuntos coreanos”.
En estos últimos días, Pyongyang también ha fustigado a los desertores norcoreanos, que envían desde Corea del Sur, por encima de la zona desmilitarizada, panfletos denunciando a las autoridades de su país de origen. Corea del Norte llegó incluso a cortar los canales de comunicación oficiales con Seúl.
Ayer, Corea del Norte emitió las críticas más duras contra Estados Unidos en meses. El ministro de Relaciones Exteriores, Ri Son Gwon, acusó a Washington de hipocresía y de pretender derrocar al régimen, considerando que las esperanzas que tenían en 2018 se habían “convertido en una pesadilla”.
“Promesas vacías”. El 12 de junio de 2018, Trump y Kim protagonizaron un apretón de manos histórico ante las cámaras del mundo entero, en lo que fue la primera cumbre entre un presidente estadounidense y un líder norcoreano. Poco después, Trump enviaba un tuit en el que aseguraba que Pyongyang “ya no es una amenaza nuclear”.
Más allá del aspecto simbólico, este encuentro produjo una declaración a favor de la desnuclearización de la península. El segundo encuentro entre los dos responsables, en febrero de 2019 en Hanoi, se saldó con un estruendoso fracaso, ya que los dos países fueron incapaces de ponerse de acuerdo sobre las concesiones de Pyongyang a cambio de una posible flexibilización de las sanciones internacionales.
Los diplomáticos estadounidenses siguen diciendo que Kim se comprometió a renunciar a su arsenal nuclear, pero Pyongyang no tomó ninguna medida al respecto.
Agobiado por el peso de las severas sanciones, Corea del Norte manifiesta que merece una compensación por su moratoria sobre los ensayos nucleares y las pruebas con misiles balísticos intercontinentales, así como por el desmantelamiento de su central para ensayos nucleares de Punggye-ri o la repatriación de los restos mortales de militares estadounidenses muertos durante la guerra de Corea (1950-1953).
“No hay nada más hipócrita que una promesa vacía”, denunció Ri, en una declaración reproducida por la agencia oficial KCNA.
“Desesperación”. Trump presume siempre de la relación que ha logrado establecer con Kim, al que vio una tercera vez en junio de 2019 en la zona desmilitarizada entre las dos Coreas. El mandatario estadounidense dio incluso unos pasos en territorio norcoreano, algo histórico.
Pero Ri subrayó que los avances diplomáticos no pueden únicamente apoyarse en las “relaciones personales entre nuestro líder supremo y el presidente estadounidense”.
“La esperanza de mejorar nuestras relaciones era grande y se mostró a los ojos del mundo entero hace dos años, pero ahora se ha transformado en desesperación, en un deterioro a gran velocidad”, dijo el ministro.
Para el canciller norcoreano, aunque los pueblos de ambos países deseen la paz, Washington “quiere claramente agravar la situación”.
“Como consecuencia, la península coreana se convirtió ahora en el punto más peligroso del mundo” y se ve “amenazada de manera permanente por el fantasma de la guerra nuclear”, según Ri.