El Papa Francisco está en Cracovia para participar de la Jornada Mundial de la Juventud en un marco de constantes atentados a Occidente por parte de personas que juraron lealtad al ISIS. Esta semana sucedió el primer ataque directo del Estado Islámico hacia una iglesia católica en Europa, al degollar a un cura en la ciudad francesa de Normandía.
Polonia mantiene posturas de fronteras cerradas para los migrantes y sufre una fuerte emigración de la población polaca hacia los países del oeste europeo. En ese sentido, Francisco expresó "se han de identificar las causas de la emigración en Polonia, dando facilidades a los que desean regresar” y que "hace falta disponibilidad para acoger a los que huyen de las guerras y del hambre; solidaridad con los que están privados de sus derechos fundamentales, incluido el de profesar libremente y con seguridad la propia fe”.
Para esto, Francisco incitó a Polonia a socilitar “colaboraciones y sinergias internacionales para encontrar soluciones a los conflictos y las guerras, que obligan a muchas personas a abandonar sus hogares y patria”.
En las últimas semanas, Polonia volvió a cargar contra la política de acogida de migrantes que reclama el Papa, en línea con el rechazo del año pasado a los compromisos con la Unión Europea para la acogida de migrantes y refugiados.
Además de pedir por la inmigración, el Papa recordó la figura de Juan Pablo II, recientemente elevado a la categoría de Santo por el mismo Francisco, y expresó que es "creador y promotor de las Jornadas Mundiales de la Juventud” y que en su primera visita a la Europa centro-oriental "me alegra comenzar por Polonia, que ha tenido entre sus hijos al inolvidable san Juan Pablo II".