Pese a tener la reelección asegurada, Vladimir Putin no transitó el final de campaña que hubiera deseado. Con toda probabilidad, el presidente ruso será reelecto hoy para un cuarto mandato, en unos comicios a los que llega con una intención de voto del 70%. Pero su anunciado triunfo se ha visto empañado por el escándalo en torno al ex agente doble ruso Sergéi Skripal, envenenado en el Reino Unido, que ha motivado un durísimo conflicto diplomático entre Londres y Moscú. El caso Skripal corrió de foco la victoria aplastante que se espera de Putin y amenaza con dañar la imagen exterior del Kremlin, uno de los pilares de la popularidad del mandatario dentro de su propio país.
La proscripción del principal dirigente opositor, Alexei Navalny, despejó el camino a Putin, cuyo único “rival” en estas elecciones será la abstención. Navalny no puede aspirar a cargos públicos debido a una condena por fraude monetario que él atribuye a una maniobra del gobierno para vetarlo. Es que la “democracia tutelada” rusa le garantiza a las autoridades un control total sobre el comité electoral, que cuenta los votos y decide quiénes pueden ser candidatos.
Así las cosas, Putin se encamina a otros seis años de mandato. Tal como señaló este diario una semana atrás, buena parte de la popularidad del ex KGB entre los rusos se basa en la percepción de que bajo su liderazgo, Rusia recuperó el estatus de poder global. La idea del supuesto renacimiento de la “Gran Rusia”, luego del caos de los años noventa, ha sido una constante en el discurso de Putin en los últimos años.
Represalias. Por esa razón, el caso Skripal es de extrema sensibilidad para el Kremlin. La escalada con Londres sumó ayer un nuevo capítulo luego de que el gobierno ruso ordenara la expulsión de 23 diplomáticos británicos, en respuesta a la reciente decisión de Theresa May de echar a esa misma cantidad de funcionarios rusos de Londres. Moscú también ordenó el cierre del consulado británico en San Petersburgo y la suspensión de las actividades del British Council en Rusia.
El domingo 4 de marzo, Skripal y su hija Yulia fueron hallados inconscientes en Salisbury, Reino Unido, envenenados con un agente nervioso. Según los investigadores británicos, el gas utilizado, conocido como Novichok, es de producción soviética. May culpó directamente al gobierno de Putin de estar detrás del ataque. Skripal es un ex espía ruso que durante años revistió como un doble agente que cooperaba con el MI6 británico.
Por su lado, Rusia niega cualquier vinculación con el caso. La cancillería rusa afirmó ayer que “nunca, ni en territorio de la Unión Soviética ni en Rusia, se llevaron a cabo investigadores que se llamaran o tuvieran como nombre en clave Novichok”. Los voceros de Exteriores deslizaron que ese gas no es un agente tóxico ruso sino uno que se emplea en Occidente, y mencionó a los Estados Unidos y al propio Reino Unido entre los países que, en teoría, podrían haberlo producido.
Aunque es probable que el caso Skripal no incida en el voto de los rusos, habituados a los roces entre el Kremlin y las potencias occidentales, el escándalo prefigura algunas de las tensiones que podrían marcar la próxima gestión de Putin. Luego de una serie de éxitos en el frente externo, como la anexión de la Península de Crimea, Moscú enfrenta hoy el riesgo de un creciente aislamiento diplomático. Al choque con el Reino Unido se sumaron en los últimos días nuevas sanciones estadounidenses por el llamado Rusiagate y cuestionamientos en las Naciones Unidas por el papel de Rusia en la guerra en Siria, donde el dictador Bashar Al Assad aún resiste en el poder bajo el auspicio de su aliado más fuerte: Vladimir Putin.
Para May, la culpa no cambia
La primera ministra británica Theresa May consideró ayer que las medidas tomadas por Rusia en reacción a las sanciones británicas por el caso Skripal no cambian “en nada los hechos” ni la “culpabilidad” de Moscú en el envenenamiento del ex espía ruso y su hija. “La respuesta de Rusia no cambia en nada los hechos: el intento de asesinato de dos personas en suelo británico, para el que no existe otra conclusión que la de la culpabilidad del Estado ruso”, afirmó May en un discurso pronunciado en el congreso del Partido Conservador en Londres. Precisó que su gobierno “anticipaba una respuesta de este tipo” de las autoridades rusas. El Kremlin anunció ayer la expulsión de 23 diplomáticos británicos y el cese de las actividades del British Council, en respuesta a las “acusaciones sin fundamento relativas al acontecimiento del 4 de marzo” proferidas por el gobierno británico.n