El último deseo del criminal nazi Erich Priebke, muerto ayer en Roma a los 100 años, fue que lo entierren junto a la tumba de su esposa en Bariloche, donde vivió oculto de la Justicia entre 1951 y 1994. Su apoderado confirmó que intentará cumplir con la última voluntad del ex capitán de las SS e iniciará los trámites para trasladar el cadáver a la Argentina, pese a que el Gobierno descartó esa posibilidad.
“La fidelidad al propio pasado es algo que se relaciona con nuestras convicciones”, fue el desafiante mensaje final que Priebke dejó en un video-testamento antes de morir. En esa grabación también pidió que lo sepultaran en el sur argentino, donde se refugió tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y donde aún hoy vive uno de su hijos y también sus nietas. Su abogado Paolo Giachino contó que el ex jerarca nazi “murió de vejez y estuvo lúcido hasta el final”.
Si el deseo de Priebke se cumpliera al pie de la letra, sería sepultado junto a la tumba de su esposa Alice Stoll, quien murió en 2004 y fue enterrada en el cementerio privado barilochense Valle del Descanso. “Todavía hay algunas cuestiones burocráticas que resolver”, indicó Giachino.
Su hijo Jorge Priebke, de 68 años, sería quien recibiría los restos. Jorge vive junto a su esposa y sus hijas en la misma casa del barrio Belgrano de Bariloche donde su padre cumplió prisión preventiva mientras se definía su extradición.
Como capitán de las SS nazis, Priebke fue destinado a Italia en 1943 y allí fue uno de los responsables de la Masacre de las Fosas Ardeatinas del 24 de marzo de 1944. Aquel día, 335 italianos –en su mayoría presos políticos, además de 75 judíos elegidos al azar– fueron fusilados por las tropas nazis, en represalia por la muerte de 33 soldados alemanes en un atentado cometido el día anterior por los partisanos que luchaban por la liberación
de Italia.
Los fusilamientos se ejecutaron en las Fosas Ardeatinas, 14 kilómetros al sur de Roma, y la operación estuvo dirigida por el teniente coronel Herbert Kappler, jefe de la Gestapo en Roma durante la ocupación nazi. Priebke era el segundo del comando alemán.
Cuando finalizó la Segunda Guerra en 1945, Priebke fue ingresado en un campo británico de prisioneros. Sin embargo, en 1946 logró escapar y huyó hacia la Argentina, al igual que centenares de criminales nazis. Tras permanecer cinco años en Buenos Aires junto a su esposa, en 1951 se trasladó a Bariloche, donde se mantuvo oculto hasta que la prensa lo descubrió en 1994. Entonces fue extraditado a Italia y en 1998 enfrentó el juicio que había eludido por cincuenta años.
La Justicia italiana lo condenó a cadena perpetua, pero le concedió el privilegio del arresto domiciliario por su avanzada edad. Desde 2009, el ex jerarca nazi recibió permiso para salir regularmente de su casa. Pocos días antes de su cumpleaños número cien, Priebke se dejó retratar en su habitual paseo matutino por el barrio romano de Balduina.
Viejos camaradas, jóvenes extremistas de derecha y nostálgicos fascistas se acercaban a menudo a su hogar para visitarlo. Esos personajes se ocuparon de organizarle una gran fiesta por su centenario, lo que provocó un verdadero debate público en Italia.
Es probable que una discusión similar se desate ahora en Bariloche, donde Priebke pasó casi la mitad de su vida. “Entró a la Argentina con identidad clandestina y luego blanqueó su verdadero nombre –contó a PERFIL Carlos Echeverría, director del documental Pacto de silencio, sobre la vida del ex jerarca nazi en Bariloche–. Compró una casa en el barrio Belgrano, donde casi todos los vecinos eran alemanes, y fue miembro destacado de la Asociación Germano-Argentina.”
Priebke trabajó como maître de hoteles y puso una fiambrería. “A nivel social, sus relaciones eran sobre todo en el interior de la comunidad alemana, lo que le permitía manejar mucha información de ella”, señaló Echeverría. Según el cineasta barilochense, “la ciudad no verá con agrado esta última jugada de pedir que lo entierren acá”.
El gobierno argentino se niega a recibirlo
En una inusual declaración de unos pocos caracteres a través de Twitter, la Cancillería argentina informó ayer que
Erich Priebke, quien solicitó en su testamento ser enterrado junto a la tumba de su esposa en la ciudad de Bariloche.
“El canciller Héctor Timerman ha dado orden de no aceptar ningún trámite que permita el ingreso del cuerpo del criminal nazi Erich Priebke a nuestro país –anunció la Cancillería a través de su cuenta en la red social–. Los argentinos no aceptan este tipo de afrentas a la dignidad humana.”
Ayer, luego de que el abogado de Priebke revelara el deseo de su cliente de ser sepultado en la Patagonia, la familia del ex coronel de las SS evitó hacer declaraciones públicas. Medios locales acudieron a la casa de su hijo, Jorge Priebke, para preguntarle si iniciaría los trámites para ingresar el cuerpo, pero su mujer explicó que se sentía “muy triste” por la muerte de su padre y avisó que no haría comentarios a la prensa.
Rechazo de la DAIA
El presidente de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), Julio Schlosser, se pronunció ayer en contra de que Erich Priebke sea sepultado en la Argentina. “No creemos que un criminal de guerra que fue extraditado del país y que anteriormente ingresó con nombre falso pueda ser enterrado aquí”, dijo el dirigente comunitario.
Schlosser agregó: “Entendemos que no hay que dudar de que todo se dará dentro de la Justicia para que el entierro de Priebke no sea posible, y creemos que de ninguna manera el Gobierno argentino lo va a autorizar”. El presidente de la DAIA se mostró confiado en que el criminal no será enterrado en el país, ya que el mismo tiene “una cultura clara en este sentido” y Priebke no es un ciudadano argentino. “Esto es una manifestación sin ningún asidero jurídico”, insistió.
En tanto, el director del Centro Simon Wiesenthal en la Argentina, Sergio Widder, dijo a PERFIL que la muerte de Priebke “sirve como recordatorio de que la búsqueda de criminales nazis no puede limitarse por razones de edad”.
Widder añadió que “esto también recuerda que la Argentina fue un refugio privilegiado para los jerarcas nazis, y esta protección comprometió al Estado argentino desde el gobierno de Perón hasta el regreso de la democracia”.