El nuevo gobierno argentino tuvo una primera semana intensa en materia de relaciones internacionales. La llegada al país de Evo Morales, las críticas de un asesor de Donald Trump y la distensión con Jair Bolsonaro estuvieron en las tapas de los diarios. Pero hubo otro frente clave para la política exterior del Gobierno que captó menos atención: la relación con China. El enviado de Xi Jinping a la asunción presidencial se reunió con Alberto Fernández −también con Cristina– y se llevó varias promesas, entre ellas, una muy ambicionada por el gobierno chino: Argentina se sumará a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, el megaproyecto global de China para sellar vínculos económicos y exportar su modelo de desarrollo a partir de la consolidación de flujos comerciales y financieros según el diseño de Beijing.
“Nos sumaremos a la Franja y la Ruta en el futuro, tenemos interés”, confirmaron a PERFIL desde la Cancillería argentina. El Gobierno está dispuesto a firmar un memorándum de entendimiento con China para que Argentina se adhiera a la Iniciativa.
Ninguna de las cuatro mayores economías latinoamericanas −Brasil, México, Argentina y Colombia− ha cerrado aún con China para integrarse a la Franja y la Ruta. Chile, Perú, Uruguay y otros 16 países de América Latina y el Caribe sí lo hicieron. En el caso argentino, la gestión de Mauricio Macri había evitado firmar el memorándum.
Que el nuevo gobierno esté dispuesto a destrabar el tema complace a Beijing. Consultada por este diario, la embajada china en Buenos Aires calificó la asunción de Fernández como una “coyuntura favorable” para profundizar la relación bilateral y señaló que China “está dispuesta a trabajar con Argentina” para que participe en la Franja y la Ruta, cuyo objetivo “es promover los vínculos binacionales y la colaboración multifacética para el beneficio de ambos pueblos”.
La expectativa de los países que ya firmaron su adhesión a la Franja y la Ruta es que les abra el grifo del financiamiento chino para obras energéticas, viales y portuarias y nuevas oportunidades comerciales. En cambio, los críticos de la Franja y la Ruta aseguran que China busca colocar en otros países su exceso de capacidad instalada. Los acuerdos sobre infraestructura suelen requerir la contratación de material, mano de obra y know how chinos. También advierten sobre un riesgo de deuda para países que toman préstamos chinos a tasas altas, como ya ocurrió en naciones de Asia y Africa.
Beijing rechaza esos señalamientos y los atribuye a dos factores: fantasmas agitados por Estados Unidos debido a su preocupación por el avance global de China, y percepciones erróneas en Occidente sobre su modelo de desarrollo.
En las reuniones de esta semana con la delegación china, el nuevo gobierno hizo énfasis en que, según su visión, Macri descuidó la relación; y prometió reparar ese descuido. En el encuentro de Fernández con el enviado de Xi, Arken Imirbaki, vicepresidente del Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional, del que también participó Felipe Solá, se habló de otro proyecto de gran interés para Beijing: la construcción de una central nuclear con tecnología y capitales chinos.
El proyecto prevé la construcción de una cuarta central nuclear en Argentina, con tecnología exclusiva china y financiada con un préstamo de 9 mil millones de dólares del país asiático. Las idas y vueltas del macrismo con ese plan, que finalmente quedó congelado, llegaron a irritar a los diplomáticos chinos. Fernández adelantó que tiene intención de retomar el proyecto.
Como parte del relanzamiento de la relación, el Gobierno designará como embajador en Beijing al politólogo y sinólogo Sabino Vaca Narvaja, director del Programa de Cooperación y Vinculación Sino-Argentino de la UNLA. Vaca Narvaja, ex director de Relaciones Internacionales del Senado, viajó varias veces a China y estrechó vínculos políticos y académicos.
Vaca Narvaja conoce detalladamente la Iniciativa de la Franja y la Ruta y es un firme promotor de que Argentina se sume a ella. “Un buen modo de lograr una nueva relación bilateral sería retomar el diálogo para la firma del postergado memorándum de adhesión a la emblemática Nueva Ruta de la Seda”, escribió el mes pasado en El Cohete a la Luna. “Ser parte de la Franja y la Ruta puede ampliar nuestras posibilidades de financiamiento e inversión en vectores importantes para el desarrollo nacional, como el sector pymes”.
Adherir al megaproyecto chino conllevaría potenciales riesgos y beneficios en cuanto al posicionamiento en la escena global. Para el Gobierno, mantener simultáneamente relaciones equilibradas con China y Estados Unidos, en un contexto de agudización de la disputa hegemónica, es uno de los mayores desafíos de política exterior.
“La adhesión a la Franja y la Ruta mostraría a Argentina más cerca de China en la puja hegemónica entre Beijing y Washington −dijo a PERFIL el sinólogo Eduardo Oviedo, investigador del Conicet y profesor de la UNR−. Una inclinación hacia Beijing seguramente traería tensión con Estados Unidos. Sin embargo, esa tensión es fruto de la debilidad de Argentina más que del impacto que de por sí pueda traer la adhesión; otros países como Chile firmaron el memorándum con China y eso no les causó problemas con Estados Unidos”.
Franja y ruta
- 1 La Iniciativa de la Franja y la Ruta es la estrategia núcleo de Xi Jinping para afianzar la presencia global china.
- 2 La Franja y la Ruta es una red de flujos comerciales y financieros según el diseño de Beijing.
- 3 Se ideó hace cinco años y no incluía a América Latina. Pero, en 2017, Xi propuso ampliarla a la región.
- 4 Hasta ahora, 19 países de América Latina firmaron memorándums con China para adherirse.
- 5 Brasil, México y Colombia no firmaron para la Iniciativa. Chile, Perú y Uruguay sí lo hicieron.