En un contexto de extrema sensibilidad geopolítica, donde la guerra en Gaza irrumpe en todos los foros multilaterales y la presión internacional sobre Israel crece, un tuit encendió la mecha de un cruce inesperado y revelador. "Reconozco a las Malvinas como parte de Argentina", escribió desde Miami Yair Netanyahu, hijo del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu.
La frase sobre la soberanía de Malvinas, lanzada sin preámbulo desde su cuenta de X, sorprendió a propios y ajenos. Si bien no representa la postura del estado israelí, provocó un inusual eco en la militancia digital libertaria local. "Gracias loco, yo no tengo ni idea de qué significa la palabra 'palestina'", le escribió el Gordo Dan, referente de Las Fuerzas del Cielo y figura habitual del ecosistema digital cercano a Javier Milei.
El cruce, tan absurdo como potente, condensó en pocas líneas una de las tensiones históricas en las relaciones internacionales: los vestigios del colonialismo —británico, en este caso—, los límites del derecho internacional y el oportunismo discursivo de las redes. Pero también abrió una ranura hacia un telón de fondo mucho más complejo.

La declaración de Yair, un activo militante del nacionalismo israelí en redes, no es casual. Llega justo cuando se desarrolla el debate general de la 80ª Asamblea General de la ONU, donde más de 140 líderes globales discuten los principales focos de conflicto mundial. Y en ese escenario, la causa palestina se volvió central. El informe que establece que Israel comete genocidio en Gaza, presentado ante la Corte Internacional de La Haya en la antesala del máximo evento diplomático global, dominó buena parte de las intervenciones del martes 22 de septiembre.
El clima del inicio del debate de alto nivel lo marcaron discursos especialmente duros, como el del presidente turco Recep Tayyip Erdogan, que volvió a exigir un alto al fuego y denunció crímenes contra la población civil. Previo a su disertación, el estadounidense Donald Trump había pedido enérgicamente por la liberación de los rehenes israelíes que siguen cautivos en la arrasada ciudad de Gaza. El mandatario estadounidense fue aplaudido enérgicamente por la delegación israelí cuyo líder, el premier Benjamin Netanyahu, se espera que llegue a Nueva York el próximo viernes para dar su discurso.

El enojo de Yair Netanyahu por el reconocimiento formal del Estado palestino
Lo que habría detonado la reacción del hijo del premier israelí no fue una súbita preocupación por la soberanía argentina, sino una señal de "traición geopolítica": el Reino Unido, socio histórico de Israel en el plano militar y económico, decidió seguir el camino iniciado por Francia y reconocer al Estado palestino. Londres no actuó solo. Canadá, Australia y Portugal —todos aliados centrales de Tel Aviv— se plegaron a la misma dirección, luego de la conferencia del pasado lunes, copatrocinada por el presidente francés Emmanuel Macron y el príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salman. Del otro lado del tablero, Trump respaldó a Netanyahu y atacó la medida calificándola de "premio para Hamas".
En ese marco, el tuit de Yair funciona como una suerte de gesto de despecho, un mensaje críptico lanzado en dirección a Downing Street. La mención a las Malvinas —símbolo de la política colonial británica aún sin resolver— como "parte de Argentina", resuena más como un dardo a los aliados occidentales que como un giro diplomático real.
Trump en la ONU: denunció su "inacción" ante las guerras y pidió por los rehenes israelíes
Desde Argentina, la respuesta institucional fue más sobria. El abogado y magíster Juan Rattenbach, reconocido en la calle digital por su insistente mención a la causa Malvinas, recordó que, más allá del efecto viral, el hijo del primer ministro no representa al Estado de Israel. Y señaló que ese mismo Estado mantiene relaciones estrechas con el Reino Unido, que incluyen la provisión de armas utilizado en el Atlántico Sur. A contramano de la postura israelí, "Palestina si reconoce formalmente la soberanía argentina sobre Malvinas", sostuvo.
A esto se suma la participación de capitales israelíes en la explotación ilegal de los recursos del archipiélago del Atlántico sur. El escándalo más reciente se dio en torno a la empresa israelí (Navitas petroleum), socia principal en la explotación petrolera de la Cuenca León Marino, al norte de la Isla Soledad, que opera con una licencia emitida por la administración británica de las Islas a pesar de la normativa internacional, como la resolución 31/49 de la AGNU; y la ley nacional 26.659, que prohíbe ese accionar en la plataforma continental argentina.

¿Qué postura tiene Israel sobre las Malvinas?
El debate también giró hacia la postura de Israel frente al conflicto por la soberanía de Malvinas. En tanto, el país hebreo mantuvo una postura oficial históricamente cautelosa sobre el tema. Según el registro histórico de la ONU, no hay evidencia de que haya reconocido la soberanía argentina sobre las islas ni de que haya votado resoluciones que lo hagan de manera explícita. En general, predominó la abstención.
En numerosos casos, como la histórica Resolución 2065 de la ONU—que reconoció la disputa de soberanía entre Argentina y el Reino Unido y pidió negociaciones pacíficas—, no hay registros de quiénes votaron a favor sino que se señala fue adoptada por "una mayoría significativa". Sin embargo, en varios portales de relaciones internacionales se sostiene que Israel votó a favor de la resolución considerada un triunfo diplomático argentino. No obstante, las abstenciones o silencios institucionales pesan en el mapa diplomático porque permiten que el status quo persista, y dejan espacio para que declaraciones individuales (como la del hijo del primer ministro Netanyahu) generen más ruido que transformaciones reales.

Tres interrogantes sobre el reconocimiento de un Estado palestino
La figura de Yair Netanyahu, sin embargo, no es menor. A sus 32 años, convertido en una suerte de portavoz informal del ala más dura del Likud, a pesar de que se fue a vivir a Miami, lejos del frente de batalla donde miles de reservistas israelíes fueron convocados tras la escalada del conflicto con Hamas.
Su opulento estilo de vida, reflejado en las redes sociales, ha sido objeto de numerosas críticas incluso dentro del oficialismo israelí. En redes, su presencia es constante: tuitea, responde, ironiza. Su biografía en X condensa su visión del mundo: "From the river to the sea, this flag is all you'll see!" (Del río al mar, esta bandera -la israelí- es todo lo que verás)—una frase que invierte el histórico lema palestino y, al hacerlo, borra del mapa cualquier reconocimiento del otro.
En este universo de sobreactuación digital, la política exterior ya no se decide solamente en cancillerías. Se expone, se dramatiza y se retuitea. Y en algunos casos se imprime, tal como hizo Trump con su "amigo" Javier Milei, a quien le entregó a modo de carta credencial 2.0 la impresión de un tuit donde lo respaldaba.
En el caso del hijo del primer ministro israelí y la mención a las Malvinas, no cambia de fondo la postura de Tel Aviv, pero dice algo del presente: de sus tensiones, sus grietas y sus formas nuevas de representar viejos conflictos. Y también del modo en que una frase publicada en redes desde lejos puede terminar instalada —aunque sea por un rato— en el centro del debate.
CDI/DCQ