Sus habitantes la denominan “la ciudad olvidada” porque consideran que desde una accidentada visita de Hafez al Assad, el padre del actual presidente, a principios de los años 70, nadie del poder central volvió a poner los pies en ella.
Hoy es el último feudo rebelde en Siria, y está en el punto de mira de su hijo, Bashar al Assad.
La ciudad y sus alrededores son el teatro desde diciembre pasado, de una ofensiva del régimen de Bashar al Assad y su aliado ruso, que causó centenares de muertos, la destrucción de una decena de localidades y el desplazamiento de cerca de un millón de habitantes hacia la frontera turca.
Gracias al alto el fuego vigente desde el 6 de marzo, Malek Haj Khalil volvió a su pueblo, Sarmin, al este de Idlib, con la esperanza de poder recuperar alguna cosa de los escombros de la casa familiar destruida durante los bombardeos.
Las vigas de hierro y hormigón, un aparato de aire acondicionado y algunas cacerolas abolladas emergen de las ruinas.
“Hemos regresado para tratar de llevarnos algunas cosas, como muebles y mantas, pero no hemos podido recuperar nada”, lamenta Khalil.
Otras familias vecinas tuvieron más suerte y cargan colchones y sofás en camionetas estacionadas a la entrada de lo que alguna vez fueron sus casas. A una de ellas solo le queda en pie el marco de la puerta.
“Cuando avanzó el Ejército, volcó todo su odio contra nosotros y contra los sunitas y atacó a los civiles y sus viviendas”, agrega Khalil.
Odio. Los habitantes de esta provincia consideran que este supuesto “odio” del régimen de Damasco explica la violencia de los bombardeos. Asaad Falaha dice que el régimen bombardeó en tres ocasiones una escuela primaria administrada por una asociación humanitaria que él dirige en Binnich, al este de Idlib.
“Está destruido el 70% del edificio de la escuela. Apuntar a una escuela así, muestra el odio que tiene el régimen contra Idlib”, asegura.
Tras ser una de las primeras provincias en sumarse en 2011 a la revuelta contra el régimen sirio que busca ahora reconquistarla completamente, Idlib está parcialmente controlada por grupos armados proturcos y por Hayat Tahrir al Sham (HTS), antigua rama de Al Qaeda en Siria.
Tiene tres millones de habitantes, de ellos la mitad están desplazados en otras regiones de Siria.
Esta desconfianza con la dinastía de los Assad se remonta, según los habitantes e investigadores, a principios de los años 70, cuando el patriarca, Hafez, fue recibido a tomatazos durante una visita a la ciudad, ya rebelde, tras su ascensión al poder en Damasco.
“Hafez al Assad nunca regresó a la ciudad. Desde entonces la ignoró y eso repercutió en las infraestructuras y la educación”, explica Mohammad Sarmini, director del centro de investigación sirio Jusoor, con sede en Estambul.
“Fue esta marginación lo que llevó a Idlib a unirse a la rebelión desde el inicio”, agrega.
Para Taleb al Dougheim, especialista en la historia moderna de Siria, la recepción que recibió su padre en Idlib “permaneció en la memoria de Assad y esto se traduce en represión y marginación”.
“No son sirios”. El régimen sirio tampoco olvidó, según Dougheim, que hubo manifestaciones en Jisr al Shughur y Jabal al Zawyeh, en la provincia de Idlib, en los años 80 en apoyo a los Hermanos Musulmanes que entonces se rebelaron contra Hafez al A-ssad en Hama.
“Cuando Bashar al Assad efectuó una visita al Habit, en la provincia de Idlib en octubre, supervisó personalmente los disparos de la artillería contra Maaret al Nooman”, entonces en manos rebeldes, recuerda el investigador.
“El régimen se comporta como si los habitantes de Idlib no fueran sirios”, manifestó.
Las fuerzas del régimen reconquistaron en febrero la ciudad de Kafranbel, en el sur de Idlib, uno de los últimos símbolos de la revuelta, conocido por sus mordaces lemas en pancartas y dibujos.
Pero este ingenio se manifiesta también en otros lugares de la provincia. Como en la fachada de un colegio en Binnich, parcialmente destruido por los bombardeos y que hoy tiene consignas para protegerse del coronavirus: el rostro de Al Assad transformado en virus.
En el muro de un aula medio destruida, un dibujo resume la historia reciente de Idlib. En él se ve un carro de combate y un avión bombardeando niños con el siguiente texto: “Fecha: la era de los dictadores. Curso: revolución. Título de la lección: la muerte”.