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El racismo en los medios conmociona a Brasil

Una serie de recientes actos discriminatorios contra los negros en la prensa masiva y las redes sociales reinstaló el debate sobre la cuestión racial. Desigualdad estructural y desafíos para el periodismo.

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AFP | Mujeres celebran la semana pasada el Día de la Conciencia Negra en Río de Janeiro.

Desde Río de Janeiro*

Una seguidilla de recientes comentarios y actitudes racistas en los medios de comunicación y redes sociales brasileños volvió a poner en el centro del debate público un tema siempre latente aunque a veces velado en este país: el problema del racismo contra la población negra. En las últimas semanas, varios personajes públicos provocaron el repudio de la audiencia al proferir frases discriminatorias y ofensivas contra los negros. Nadie podría decir que Brasil asiste simplemente a un “reflujo” o “rebrote” racista: más allá de la visibilidad adquirida por esta serie de casos puntuales, el problema es estructural y tiene reflejos en todos los ámbitos de la vida ciudadana.  

Días atrás, se viralizó un video en el que el famoso presentador televisivo William Waack, del noticiero Jornal da Globo, hace comentarios racistas justo antes de salir al aire. Las imágenes corresponden a la campaña electoral de los Estados Unidos en 2016. Apostado en su móvil frente a la Casa Blanca, Waack se queja de un conductor que toca bocina y comenta dos veces en voz baja a su entrevistado: “Es cosa de negros”. El presentador quedó escrachado por el video en las redes sociales y la cadena TV Globo se vio obligada a despedirlo.  

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Pocos días después, el presidente de la Empresa Brasil de Comunicação (EBC) –la compañía estatal que controla el conglomerado de medios públicos brasileños –, Laerte Rimoli, ironizó en las redes sobre unas declaraciones de la actriz negra Taís Araújo sobre el racismo en Brasil. “En este país, el color de mi hijo hace que las personas crucen de vereda, agarren fuerte sus bolsos, pongan seguro a sus autos”, había dicho Araújo. Rimoli replicó en su muro una foto de un hombre en caída libre junto a un avión, acompañada por la frase: “Pasajero salta del avión al constatar que Taís Araújo estaba a bordo”. El funcionario tuvo que pedir disculpas y borrar el posteo. Ahora enfrenta un proceso en la comisión de ética de la Presidencia.

Rimoli no fue el único que se despachó contra Araújo. Cesar Benjamin, un conocido periodista que hoy ocupa el cargo de secretario de Educación de Río de Janeiro, publicó en su Facebook: “Nuestra mayor conquista, el concepto del pueblo brasileño, desapareció entre los bienpensantes. Cualquier idiotez racial prospera. La última de ellas es una linda y perfumada actriz que dice que las personas cambian de vereda cuando se cruzan a su hijo, que también debe ser lindo y perfumado. Y ustedes replican esa idiotez”. Para peor, Benjamin difundió su virulento comentario justo en la fecha en que Brasil celebraba el Día de la Conciencia Negra.

Pero no sólo los medios convencionales sirven como caldo de cultivo racista. Dayane Alcântara Couto de Andrade, una bloguera de 28 años conocida como Day McCarthy que tiene más de 700 mil seguidores en Instagram, fue acusada por injuria racial luego de haber difundido un video con miles de reproducciones en YouTube en el que llama “monita horrible” a Titi, una niña negra de cuatro años adoptada por los actores blancos Bruno Gagliasso y Giovanna Ewbank. “La niña es negra, tiene un pelo de paja horrible y nariz de negro, ¿y el pueblo dice que es linda? ¿Esas son las mismas personas que me critican por mi apariencia en Instagram?”, dice la influencer en el video.  

Hoy, la potencia viral de las redes permite detectar y denunciar rápidamente comentarios de esa naturaleza. Y amplifica el debate público sobre un tema que no es ninguna novedad, pero está al tope de la agenda en Brasil. Con la cuestión racial en la mira, PERFIL participó la semana pasada en un panel de debate organizado en Río de Janeiro por el medio brasileño independiente Agência Pública, bajo el tópico “Racismo y periodismo”. Allí disertaron Pedro Borges, cofundador del portal alternativo Alma PretaCíntia Cruz; periodista del diario Extra; y el documentalista Filó Filho.  

Los tres ponentes discutieron sobre la desigualdad racial en Brasil y cómo ella se manifiesta en los medios de comunicación. Debatieron acerca del modo en que la cuestión del racismo es tratada en las redacciones tradicionales y en los medios independientes. Mientras que Borges y Filho dieron un panorama general sobre cómo es ser un comunicador negro e independiente en Brasil, Cruz contó su experiencia como periodista negra que lucha por instalar el debate racial en un medio del mainstream.

Más allá del discurso mediático, la marginación de los negros es una realidad dentro de las propias redacciones brasileñas. Según datos de la Federación Nacional de Periodistas de Brasil, los periodistas negros representan apenas el 23% del total de profesionales en los medios del país. “Todavía hay quienes asumen que el periodismo no es una profesión para los negros –señaló Cruz–. Y, aún entre los colegas negros, hay muchos que no se identifican como tales ni ejercen un periodismo consciente de la cuestión racial. Eso complica aún más las cosas”.  

“En los grandes medios, el racismo sólo aparece como un supuesto desvío de conducta –planteó Borges–. Pero el racismo en Brasil es un problema estructural. La cobertura periodística no puede limitarse a cubrir casos puntuales de discriminación racial. Necesitamos una agenda mediática que asuma la cuestión como un eje central. Hoy, por ejemplo, no se puede discutir sobre las reformas económicas sin considerar la brecha entre blancos y negros como un tema clave”. 

En efecto, los índices de desempleo son más altos entre los negros que en el resto de la población. La recesión económica los afectó más que a los blancos. De 2015 a 2016, la tasa de desempleo total de los negros pasó de 14,9% a 19,4%, mientras que la de los blancos subió de 12% a 15,2%. Lo mismo ocurre con las oportunidades educativas. En 2016, la tasa de analfabetismo fue de 11,2% entre los negros y de 5% entre los blancos. Las mismas desigualdades se replican en el sistema sanitario, las cárceles y otros ámbitos representativos. Sin medios masivos que asuman cabalmente esa realidad, el problema se agrava.


*Reportaje realizado gracias a una residencia en Casa Pública, de Agência Pública, Brasil (apublica.org).