El primer sínodo de obispos sobre la familia convocado por el papa Francisco se cerró este sábado con la aprobación de un documento que no logró el consenso de la mayoría de los prelados sobre los homosexuales y los divorciados. La "Relatio Synodi", como se llama el documento final, fruto de dos semanas de encendidos debates en el Vaticano sobre los problemas de la familia moderna con el fin de abrir la Iglesia a las uniones libres, los divorciados y los homosexuales, generó divisiones dentro del episcopado mundial.
En total 183 "padres sinodales", en representación de los obispos de todo el mundo, participaron en la votación y cada punto, de los 62 párrafos del informe, fue sometido al voto. Tres puntos (52,53 y 55) no obtuvieron la mayoría de dos tercios requerida, entre ellos los referidos a la homosexualidad y al acceso a la comunión para los divorciados que se vuelven a casar, explicó el portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi. "Eso no quiere decir que han sido rechazados, sólo que no lograron el consenso", aclaró.
"Tenemos un año para madurar", señaló Francisco -en referencia al segundo sínodo en 2015- quien destacó el nivel de los debates. "Sino hubiera habido discusiones animadas me habría preocupado", comentó ante los obispos.
Francisco puntualizó, al culminar el Sínodo extraordinario, que en esta asamblea no se ha puesto en tela de juicio la "verdad fundamental" del "sacramento del matrimonio: la indisolubilidad".
Lo afirmó en un discurso pronunciado ante los participantes en este Sínodo, a quienes dijo que su papel como líder de la Iglesia Católica es el de "garantizar la unidad".