INTERNACIONAL
ESPAÑA

El Valle de los Caídos, la colosal tumba de Franco construida por prisioneros

El cuerpo del dictador será retirado de su tumba y enviado a un cementerio mientras se debate sobre el futuro de este emblema del fascismo, donde están enterrados 33.000 muertos de la Guerra Civil.

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- | DPA / AFP

El Valle de los Caídos, el colosal monumento construido después de la Guerra Civil española con el trabajo de presos republicanos, se quedará este jueves sin su 'huésped' más famoso, el generalísimo Francisco Franco, y se enfrenta ahora al gran desafío de su historia: ser destruido o ser resignificado.

Allí yacen hoy unos 33.847 muertos en la guerra (1936-1939), de uno y otro bando, y el propio dictador fascista fue enterrado en un rincón privilegiado, bajo la cúpula de una imponente basílica horadada en la roca y a escasos metros de su altar, coronado por una cruz tallada con la madera de un enebro que el mandatario eligió personalmente.

En julio de este año, sin embargo, el gobierno del presidente Pedro Sánchez tomó la decisión de exhumar el cadáver de Franco y entregarlo a su familia, considerado un gesto para curar heridas del pasado español. Ahora, los nostálgicos del franquismo, jóvenes curiosos y algún que otro extranjero ávido de historia, que suelen ser los grupos que más visitan el mausoleo, se pregunta qué sucederá.

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Hasta la gran explanada que se extiende ante la puerta principal del templo, a los pies de la Sierra de Guadarrama, se acercan estos días más turistas que lo habitual. Cientos visitaron la tumba en las últimas semanas antes de que Franco fuera enviado a un cementerio. Otros (la mayoría), fueron a rendir homenaje a un dictador al que consideran el máximo líder de la historia española.

Cientos de ramos de flores cubrían hasta ahora la tumba, aunque en el mausoleo, que Franco presentó como un monumento a la reconciliación, está prohibido exhibir símbolos de cualquier tipo, incluso banderas.

Nada sobre el dictador

En el Valle de los Caídos los visitantes no encuentran ni un solo cartel informativo relacionado con la tumba de Franco, la de José Antonio Primo de Rivera –fundador del partido fascista Falange Española y figura venerada por el franquismo– o sobre los 33.000 muertos de la guerra reunidos una gran fosa común. En el exterior, sin embargo, en la arcada que flanquea la entrada a la basílica, llama la atención el escudo de la España franquista.

En el interior de la basílica está prohibido tomar fotografías, lo que enojaba a decenas de españoles que llegaban al lugar a tomarse una selfie ante la pesada lápida de granito que cubre el féretro de Franco. Otros, contrarios a Franco, solían pisar la tumba o incluso escupirla cuando los vigilantes estaban distraídos. Para unos, el cuerpo de Franco merece estar allí; para otros, debía irse porque no era un caído en guerra.

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¿Revalorizado o dinamitado?

La cruz de piedra que corona el Valle de los Caídos, de 150 metros de altura, se vislumbra a distancia. A lo largo de los casi 60 kilómetros de camino desde Madrid ninguna señal anuncia el mausoleo y sólo hay una en el desvío que la ruta toma para llegar al lugar. En su interior trabajaron miles de prisioneros del franquismo, la mayoría presos políticos, desde 1940 hasta 1958, cuando se inauguró.

Después de numerosos intentos, fallidos, para retirar del Valle de los Caídos la tumba de Franco -fallecido el 20 de noviembre de 1975- el gobierno socialista parece querer convertir el lugar en un “memorial de paz y reconciliación que atienda a las víctimas de ambos bandos” de la Guerra Civil y “donde todo el mundo pueda reconocerse”. “No puede ser el referente de la tumba de un dictador”, había dicho un funcionario. 

La exhumación se dará este 22 de octubre a pesar de la oposición de la Fundación Francisco Franco, que difunde y promueve la figura del dictador. Incluso en Madrid aparecieron carteles en las últimas semanas con el lema “El Valle no se toca” junto a una bandera de España y una fotografía de Franco.

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Ramón Jáuregui, ex funcionario del gobierno, expresidente de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica y promotor del proyecto de resignificación, asegura: "El Valle de los Caídos es el lugar más emblemático para simbolizar el gran pacto reconciliatorio". Para ello propone una intervención arquitectónica en la explanada a partir de un concurso de ideas que permita "transformar absolutamente" su naturaleza.

Pero Jáuregui va más allá: opina que la reforma debería ser tal que hay que cambiar de nombre al lugar: "No puede ser el Valle de los Caídos, tiene que ser otra cosa. Museo de la Memoria, imaginemos..." Por contra, otros españoles, como el senador valenciano Carles Mulet, propone no solo "expulsar" a los benedictinos sino también "dinamitar" el monumento. 

Valor histórico y artístico

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Además de la basílica, coronada por la imponente cruz, el Valle cuenta con una abadía de monjes benedictinos, una escolanía y un hospedaje monástico abierto al turismo. “Yo creo que Franco no es lo más importante del Valle de los Caídos. Es un monumento con mucho valor histórico y artístico. Los extranjeros que vienen a verlo sin prejuicios se quedan maravillados”, destaca Álex Navajas, director del alojamiento.

“No hay que ser franquista ni antifranquista para apreciar esto. Los monjes rezan a diario por la reconciliación y por los muertos (en la Guerra Civil) de ambos bandos”, añade. El hospedaje tiene una biblioteca con 25.000 volúmenes y con un restaurante que ofrece un menú del día en platos grabados con el escudo del Valle de los Caídos, acuñado por Franco.

“No es un escudo franquista, tiene que ver con el franquismo en el sentido de que pertenece a esa época”, zanja Navajas. En recepción, un visitante tocado con un sombrero con la bandera de España hace el registro de entrada. “Yo he venido aquí a descansar”, asegura, ajeno a la polémica sobre el controvertido el Valle de los Caídos.