Pese a estar en un segundo plano en la prensa internacional, opacado por los reflectores que iluminaron la reciente cumbre entre Donald Trump y Kim Jong Un en Singapur, el presidente sucoreano, Moon Jae In es para muchos observadores el verdadero responsable del momento histórico que vive la península coreana.
El acercamiento entre las dos Coreas impulsado por Moon avanza gracias a iniciativas de todo tipo, incluyendo las deportivas, como el equipo femenino de hockey sobre hielo conjunto que ambos países presentaron en los Juegos Olímpicos que se disputaron en abril en la ciudad surcoreana de Pyeongchang. Ahora fue el turno del básquet, del que Kim, el líder norcoreano, es fanático.
Después de 15 años, los equipos masculino y femenino de básquet de Corea del Sur jugaron este miércoles y jueves partidos en Corea del Norte, en el pabellón Ryugyong Chung Ju Yung de Pyonyang, informó la agencia surcoreana Yonhap.
Según la agencia, los equipos surcoreanos enfrentaron a sus similares norcoreanos, aunque sin la presencia de Kim. Ambos países se repartieron las respectivas victorias en los partidos amistosos: el equipo femenino surcoreano ganó por 81 a 74 y el masculino norcoreano por 82 a 70.
Los equipos fueron presentados con los nombres de "Paz" y de "Prosperidad" y los aficionados norcoreanos mostraron con la habitual disciplina de masas que impone el régimen pancartas en las que se leía "Bienvenidos" o "Los apoyamos con pasión".
Acercamiento. Corea del Sur y Corea del Norte, que todavía están técnicamente en guerra, están viviendo una etapa de inédito acercamiento político. En abril, Kim Jong-un y Moon Jae-in, mantuvieron un encuentro en el que acordaron avanzar en la desnuclearización de la península.
Fue Moon quien dio los primeros pasos para este acercamiento, tras asumir su cargo en mayo del año pasado, cuando sustituyó a la conservadora Park Geun-hye, que dejó su cargo envuelta en un escándalo de favores políticos.
Analistas coinciden en que fue el presidente surcoreano el que convenció tanto a Kim como a Trump a dejar de intercambiar insultos y reunirse. También abogó por la falta de resultados de las sanciones a Corea del Norte y la necesidad de restablecer un diálogo fluido en la península coreana.
Su habilidad de negociador le permitió impulsar el acercamiento a Pyongyang sin afectar la histórica y crucial alianza de su país con Estados Unidos. También ha tratado de aplicar una diplomacia más amplia, con importantes acercamientos a China y Rusia.
Con un pasado de abogado especialista en derechos civiles, en la política doméstica Moon se propuso recomponer el tejido social reduciendo la desigualdad después de diez años de gobiernos conservadores. Entre otras medidas, impulsó un aumento del salario mínimo y políticas de estímulo a las pymes, frente al peso político de los todopoderosos grupos económicos.