Tras cinco días de suspenso y tensión, el demócrata Joe Biden fue declarado ayer presidente electo de los Estados Unidos, poniendo fin al mandato del republicano Donald Trump. “Me siento honrado de que me hayan elegido para dirigir nuestro gran país”, dijo en su primera declaración, luego de que las grandes cadenas de televisión anunciaran su victoria, prometiendo ser “un presidente para todos los estadounidenses”.
Biden, votado por más de 74 millones de personas, una cifra sin precedentes, habló por primera vez como presidente electo por la noche desde su bastión en Wilmington, Delaware, junto a su compañera de fórmula, Kamala Harris, quien se convertirá en la primera mujer vicepresidenta en los 244 años de historia de la nación.
Trump, el primer presidente estadounidense en perder la reelección desde George H.W. Bush en 1992, se negó a conceder la victoria. “Todos sabemos por qué Joe Biden se apresura a hacerse pasar por el ganador, y por qué sus aliados de los medios de comunicación están tratando de ayudarlo: no quieren que se exponga la verdad”, afirmó en un comunicado.
A pesar de llevarse a cabo en medio de la pandemia de Covid-19 y en un clima político tenso, los comicios transcurrieron sin que se reportaran incidentes graves o fallas técnicas. La misión electoral de la OEA dijo que no observó “ninguna irregularidad grave” y pidió evitar “especulaciones perjudiciales”.
Festejos y protestas. CNN, NBC News y CBS News anunciaron el triunfo de Biden poco antes del mediodía local, luego de declararlo vencedor en Pennsylvania, su estado natal. Tras un conteo que tuvo al país en vilo, el ex vicepresidente de Barak Obama, de 77 años, superó así el umbral de los 270 votos del Colegio Electoral necesarios para ganar.
“Lo logramos, Joe”, le dijo Harris a Biden por teléfono entre risas, según pudo observarse en un breve video que publicó en Twitter. “Felicitaciones a mis amigos”, tuiteó, por su parte, Barack Obama, al saludar una victoria “histórica y decisiva”.
El ex candidato presidencial estadounidense Mitt Romney fue el primer peso pesado republicano en felicitar a Biden y Harris, personas de “buena voluntad y carácter admirable”.
Celebraciones y protestas estallaron en varias ciudades tras unas elecciones controvertidas y muy reñidas. En Washington, una multitud de partidarios de Biden acudió a celebrar cerca de la Casa Blanca. En Nueva York, lugar de nacimiento de Trump y bastión demócrata, hubo lágrimas de alegría y bocinazos. “Estoy feliz de que Trump haya salido de nuestras vidas, esperemos que para siempre”, dijo Catherine Griffin, de 47 años, junto a uno de sus dos hijos.
Pero en ciudades como Phoenix, Arizona o Atlanta, Georgia, donde aún no se ha declarado un ganador y la ventaja de Biden sobre Trump es escasa, muchos seguidores del presidente salieron a las calles bajo la consigna “¡Paren el robo!”.
El Servicio Secreto ya ha comenzado a intensificar la seguridad de Biden, cuya investidura como 46º presidente de Estados Unidos está programada para el 20 de enero. A los 78 años, que cumplirá el 20 de noviembre, será la persona de mayor edad en asumir el cargo.
La vencida. Biden, un político del establishment, llega a la Casa Blanca en su tercera postulación, tras intentarlo en 1988 y 2008. El triunfo es la coronación de medio siglo de carrera política, incluidos ocho años como mano derecha de Obama. Ridiculizado por Trump, quien lo apodó “Sleepy Joe”, Biden es conocido por su empatía tras varias tragedias personales: perdió a su primera esposa e hija en un accidente automovilístico en 1972, y cuatro décadas después, a otro de sus hijos, Beau, por un cáncer cerebral.
El demócrata prometió restaurar y sanar el “alma” de Estados Unidos, golpeado por una pandemia que deja más de 236 mil muertos y ha provocado la peor crisis económica en un siglo y masivas protestas sociales.
Grieta. Aunque Biden ganó las elecciones, Trump recogió un impresionante caudal de más de 70 millones de votos. Esta división seguramente seguirá marcando la política estadounidense. Los republicanos se encaminan a mantener su mayoría en el Senado, lo que amenaza con provocar el bloqueo de la agenda legislativa del presidente electo.
