La policía británica está investigando la aparición, el pasado domingo, de un cuerpo sin vida en los parques que rodean a la residencia real de Sandringham, donde la reina Isabel II de Gran Bretaña pasa en estos momentos sus vacaciones de invierno.
El hallazgo se produjo a las 4 de la tarde, poco después de que cientos de ciudadanos ingresaran en los parques para ver a la reina y a su esposo asistir al oficio religioso de Año Nuevo.
Se trataría de un paseador de perros, que fue encontrado muerto en King’s Lynn, a unos 1.000 metros de la residencia de la reina y 185 km de Londres. Los investigadores no informaron aún la edad del fallecido ni la fecha en la podría haber muerto.
Isabel II y su esposo, el príncipe Felipe, se encuentran actualmente en Sandringham, donde tradicionalmente pasan la Navidad y el Año Nuevo, una mansión rodeada de 8.000 hectáreas de parques y bosques, en el condado inglés de Norfolk.
"Los restos fueron encontrados por un miembro del público que reportó el incidente a la policía el domingo poco después de 16:00”, informa el diario The Daily Telegraph. “La zona ha sido acordonada y una búsqueda detallada se está llevando a cabo”.
Mientras tanto, las autoridades policiales realizan una “búsqueda detallada” en toda la zona campestre que circunda el palacio real. Según un vecino de Sandringham, la policía vigila completamente la zona desde el momento del hallazgo del cuerpo, y se encuentra prohibido el ingreso de los ciudadanos.
Sandringham House es el palacio favorito de los reyes de Inglaterra desde que Eduardo VII y la reina Alejandra se instalaran allí con sus hijos en 1860, época en la que eran príncipes herederos. El sitio quedó convertido entonces en el lugar predilecto para pasar la época Navideña y practicar la cacería para los siguientes reyes, Jorge V, Jorge VI e Isabel II.
La misteriosa aparición de un cuerpo sin vida en sus propios jardines recuerda un episodio muy parecido, ocurrido hace tres meses en Londres. Empleados municipales encontraron el cuerpo de un hombre entre arbustos en una pequeña isla del lago del Parque Saint James, ubicado en frente del Palacio de Buckingham. Según se descubrió más tarde, el fallecido estaba obsesionado con la reina Isabel, y le había enviado muchas cartas de amor.
(*) especial para Perfil.com.
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