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Hijas de Chávez, entre la fama y la militancia

El novio de Rosa es el vice. Gabriela se alejó de la política y está en pareja con un galán de telenovelas.

Las hijas de Chávez: de un lado, un cuadro político. Del otro, una especie de Zulemita Menem venezolana.
| Cedoc

Luego de la muerte de su padre, las dos hijas mayores de Hugo Chávez adoptaron perfiles muy distintos. Mientras que Rosa Virginia se sumó al gobierno de Venezuela como presidenta de la Fundación Misión Milagro, la estratégica dependencia estatal que presta servicios de salud a personas de bajos recursos, María Gabriela se convirtió en una especie de nexo entre el chavismo y el mundo de la farándula.

Casi como caras opuestas de la Revolución Bolivariana, la heredera militante y la heredera “celebritie” de Chávez lucen sus diferencias incluso en el plano sentimental. Rosa Virginia, la mayor de las tres hijas del exmandatario, está casada con Jorge Arreaza, el vicepresidente de Nicolás Maduro. María Gabriela, en cambio, está de novia con Manuel “Coco” Sosa, un galán de telenovelas que participó en la campaña del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).

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El nuevo estilo de María Gabriela resulta más sorpresivo que el de su hermana. Era la consentida de Chávez y quien lo acompañaba como primera dama en los actos oficiales. Cuando su padre enfermó, incluso se la llegó a mencionar como candidata para sucederlo en el liderazgo. Fidel Castro suele llamarla “la heroína” por el papel que jugó durante el intento de golpe de Estado contra Chávez en 2002, cuando ella asumió la responsabilidad de comunicar al mundo que el presidente no había renunciado y que los militares alzados lo tenían cautivo.

Pero, lejos de la función pública, María Gabriela (33 años) se dedica a cultivar amistades con actores, cantantes, deportistas y otros personajes de la farándula. Hay quienes la señalan como el costado más frívolo del chavismo, aunque otros destacan que sus relaciones sociales le permitieron sumar al mundo del espectáculo el proyecto de su padre. Fue ella, por ejemplo, quien le recomendó a Chávez invitar al grupo musical Los Cadillac’s a su equipo estable de campaña.

Otro capítulo de la “renovación” de María Gabriela transcurre en Twitter, donde tiene casi setescientos mil seguidores que a diario leen sus comentarios sobre su vida amorosa y sus penurias cotidianas o sus diálogos con amigos y enemigos. A diferencia de Rosa Virginia, ella mediatiza en la red social todo lo que le ocurre. Así, Venezuela se enteró el mes pasado que María Gabriela estaba saliendo con “Coco” Sosa cuando ella tuiteó una foto de los dos juntos y escribió: “Con tooooodo nuestro Amor para ustedes! Se les quiere”. 

Las diferencias no podrían ser mayores con Rosa Virginia (36 años), quien hace culto al perfil bajo a pesar de su influencia política en el movimiento chavista. Días atrás, el gobierno de Maduro comunicó que la designó al frente de la Misión Milagro, un programa para operar de la visión a personas de bajos recursos. La Misión nació en Cuba y Chávez se sumó a ella, convirtiéndola en uno de los emblemas sociales de sus 14 años de gobierno.

Desde su estratégico cargo, Rosa Virginia manejará un presupuesto enorme de 12 millones de dólares y tendrá contacto permanente con las organizaciones de base. Al mismo tiempo, integra el círculo íntimo del poder bolivariano a través de su marido Arreaza, vice de Maduro y ex ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación. Arreaza es uno de los miembros más jóvenes del gabinete y una apuesta a futuro del chavismo. Acompañó a Rosa Virginia durante la agonía de su padre, cuando ella era quien tomaba las principales decisiones sobre su atención médica.

El contraste entre los novios de las hijas de Chávez, Arreaza y “Coco” Sosa, es casi una analogía del que existe entre Rosa Virginia y María Gabriela. De un lado, un cuadro político. Del otro, una especie de Zulemita Menem venezolana.