Consciente de las dificultades que enfrentó durante sus ocho años de gobierno Barack Obama, al que acompañó como vicepresidente, Joe Biden comenzó a preparar una estrategia para poder evitar el obstruccionismo de un eventual Senado controlado por los republicanos.
Virtual ganador de las elecciones del 3 de noviembre, Biden sabe que la nominación de los miembros de su gabinete será la primera batalla política de su administración si los republicanos de Donald Trump retienen el control de la Cámara Alta.
Para poder mantener su mayoría, los republicanos necesitan ganar una de las dos bancas por Georgia que irán a segunda vuelta el 5 de enero. El demócrata se impuso en el estado en las presidenciales gracias al voto de la minoría afroamericana.
Por qué los republicanos evitan reconocer a Joe Biden como presidente electo
Las confirmaciones de los miembros del Gobierno pondrán a prueba la capacidad de Biden para maniobrar en el Senado y trabajar con el líder de la mayoría republicana en la Cámara, Mitch McConnell, que ha defendido el derecho del actual presidente, Donald Trump, de recurrir ante la Justicia lo que el magnate considera "fraude electoral".
Biden, para hacer frente a esta coyuntura, designó a Jen Psaki, antigua jefa de comunicaciones de la Casa Blanca de la Administración Obama, para dirigir el equipo que supervisará el proceso de nombramiento y confirmación de los cargos de su futuro gabinete.
Olivia Dalton, antigua asesora de Biden en el Senado y consultora de campaña, estará al frente de las comunicaciones, mientras que Reema Dodin dirigirá la estrategia desde un punto de vista legislativo.
Otros miembros importantes de su campaña también formarán parte de este equipo, que irá ampliándose a lo largo de la semana que viene a medida que se sumen otros miembros importantes de la campaña de Biden.
Una campaña en la que nadie busca convencer a los votantes
El equipo liderado por Psaki deberá guiar a los nominados al gabinete a lo largo de todo el proceso de confirmación, incluida la preparación de las audiencias, las reuniones con los senadores y el manejo de la presión de los distintos lobbies.
Según el sitio Político, como forma de presionar a los senadores, el equipo de Biden está preparando una ofensiva ante la opinión pública, para “presentar a los nominados al pueblo estadounidense”, que incluye la posibilidad de que hablen públicamente antes de las audiencias de confirmación.
El equipo de transición del líder demócrata, no obstante, considera que considera que el Senado estará sometido a una gran presión el próximo año y que podría tratar de tomar medidas en materias económicas y sanitarias, lo que podría facilitar la confirmación de los nominados y permitir reconstruir las agencias federales “con funcionarios competentes”.
En los últimos días, muchos analistas y dirigentes demócratas advirtieron sobre la posibilidad de que un Senado en manos de los republicanos bloquee la ambiciosa agenda de Biden en temas como el cambio climático, el sistema de salud o las reformas policiales.
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Sin embargo, los polítólogos James Curry y Francis Lee recordaron, en un artículo publicado por el New York Times, que, pese a la polarización de la sociedad y del Congreso, desde 2011, el 75 por ciento de las leyes que pasaron por el Senado fueron aprobadas por una mayoría que integraban también legisladores por la minoría.
Del mismo modo, leyes impulsadas por un gobierno con control del Congreso, como el intento de Donald Trump se derribar la cobertura de salud aprobada por la administración Obama, sufrieron sonoros rechazos.
“El control de un partido (del Congreso y el Poder Ejecutivo) está sobrevalorado. Los partidos mayoritarios encuentran el éxito legislativo especialmente a través de dos caminos: o proponen algo que puede obtener un amplio apoyo en ambos partidos, o se retractan de los aspectos más polémicos de sus propuestas legislativas”, subrayaron Curry y Lee.