Estados Unidos advirtió ayer que la amenaza de atentados persiste en Kabul tras el sangriento ataque de Estado Islámico que provocó hasta ahora 170 muertos y al menos 200 heridos, mientras más de 5 mil personas siguen dentro del aeropuerto esperando a ser evacuadas y miles tratan de llegar pese a los bloqueos en las zonas aledañas.
Las operaciones de salida de extranjeros y afganos se reanudaron ayer en el aeropuerto, un día después del sangriento atentado, que provocó la muerte, entre otros, de al menos 13 soldados estadounidenses y heridas a otros 18, la mayor pérdida militar para Estados Unidos desde 2011. También murieron al menos dos británicos.
Varios países anunciaron que terminaron sus operaciones, entre ellos España, Italia, Noruega y Suiza. Gran Bretaña lo hará “en pocas horas”, sostuvo ayer. Francia sugirió que podría seguir sacando personas de Afganistán y una delegación francesa se reunió en Doha con representantes de los talibanes por primera vez desde que tomaron el poder en Afganistán, el 15 de agosto.
Estados Unidos asume así prácticamente en solitario la tensa misión de concluir la mayor operación de evacuación de la historia de aquí al 31 de agosto, fecha elegida por el presidente Joe Biden para cerrar veinte años de presencia militar en el país.
“Todavía creemos que hay amenazas específicas y creíbles”, indicó el portavoz del Departamento de Defensa estadounidense, John Kirby. A pesar de todo, Estados Unidos cree que podrá sacar gente “hasta el último momento”.
Por su parte, el jefe del comando central estadunidense, Kenneth McKenzie, observó que sus fuerzas se preparan para otros ataques terroristas de parte de Estado Islámico, que podrían incluir el uso de coches bomba y misiles contra el aeropuerto de Kabul. “Creemos que quieren seguir los ataques y esperamos que sigan”, subrayó McKenzie.
Por su parte, el ministro de Defensa británico, Ben Wallace, consideró que si Estado Islámico “tiene un objetivo, tiene la capacidad de realizar un mayor número de este tipo de ataques. Hasta que nos hayamos ido, habrá una amenaza segura para nuestras fuerzas, y también después de que nos hayamos ido será una amenaza para el pueblo afgano de parte del Estado Islámico”. Agregó.
Más de 100 mil personas han sido evacuadas por aire desde Afganistán desde el 14 de agosto. Dentro del aeropuerto hay aún 5.400 personas, precisó el Pentágono. En las últimas 24 horas, a pesar del ataque, se logró evacuar a otras 12.500 en un total de 89 vuelos estadounidenses y de la coalición internacional.
El Pentágono reveló también que solo hubo un atacante suicida en el “complejo” atentado del jueves, y no dos explosiones separadas, como se creyó inicialmente. La explosión sembró el pánico y la desolación. Decenas de personas, muertas o heridas, yacieron durante horas tendidas en las aguas sucias de un canal de desagüe que bordea el aeropuerto. “Hay muchas mujeres y niños entre las víctimas. La mayoría de la gente está conmocionada, traumatizada”, dijo un responsable del gobierno depuesto a mediados de agosto por los talibanes.
“Seguimos comprometidos”. En el peor momento desde el inicio de su mandato, un conmovido Biden prometió “perseguir” a los autores del ataque y hacerles “pagar” sus consecuencias. “Estados Unidos no se dejará intimidar”, dijo el mandatario.
Los talibanes, a través de su portavoz, Zabihullah Mujahid, condenaron “firmemente” el ataque, pero señalaron que “tuvo lugar en una zona donde las fuerzas estadounidenses son responsables de la seguridad”.
Bajo el nombre de EI-K (Estado Islámico del Khorasan), el grupo yihadista ha reivindicado algunos de los ataques más sangrientos perpetrados en Afganistán en los últimos años, que dejaron decenas de muertos, especialmente entre los musulmanes chiitas. Aunque ambos son sunitas radicales, EI y los talibanes son enemigos y se profesan un odio visceral mutuo.
Ayer, una extraña calma reinaba en Kabul, sobre todo alrededor del aeropuerto, donde los talibanes habían reforzado sus controles y la multitud había desaparecido en algunos puntos.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, dijo que su país había mantenido sus primeros encuentros con los talibanes y que valoraba una propuesta del movimiento para gestionar el aeropuerto de la capital tras la retirada estadounidense.
El jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, aseguró esta semana que los talibanes se habían comprometido a dejar que estadounidenses y afganos bajo su protección siguieran saliendo del país más allá del 31 de agosto. Pero se teme que muchos afganos que han trabajado para gobiernos y empresas extranjeras, o para el gobierno depuesto, no puedan salir.
Los talibanes prometieron que no habría represalias contra sus detractores y aseguraron que su gobierno no sería como el de sus precedentes años en el poder (1996-2001), cuando impusieron una interpretación extremadamente rigurosa y radical de la ley islámica, que penalizaba especialmente a las mujeres y a las minorías.
La ONU informó ayer que espera hasta medio millón de refugiados afganos adicionales en 2021, aunque de momento no se ha constatado ningún éxodo.
Mientras tanto, en Kabul hay personas que aún siguen buscando a sus familiares en los hospitales.
“Quería irse al extranjero. No sé si pudo entrar finalmente al aeropuerto o no, porque los estadounidenses bloquean el acceso”, dice Abdul Majid, refiriéndose a su hermano, del que no tiene noticias desde el jueves. “Era un estudiante, tenía talento, pero debido a la situación del país quería irse, como todo el mundo”, explica.