Este año parece ser desafiante para la región. Diversos estudios pronostican un proceso de erosión democrática, acompañado de mayores restricciones a las libertades individuales y amenazas a los derechos humanos.
Human Rights Watch fue contundente: 2022 no parece ser positivo para América Latina. En su Informe Mundial 2022, la organización vinculada con los Derechos Humanos vaticina un escenario protagonizado por la limitación de derechos civiles básicos como la libertad de expresión y de prensa, la falta de independencia del Poder Judicial y por último, pero no en importancia, la violación sistemática a los derechos humanos y la comisión de crímenes de lesa humanidad en ciertos regímenes latinoamericanos. Una investigación del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad Católica de Chile pronostica un contexto similar.
Nicaragua y Venezuela. ¿Pero este escenario negativo es exclusivo en América Latina? No necesariamente, pero sí de manera predominante. Si bien Human Rights Watch denuncia un crecimiento de las prácticas autoritarias como un fenómeno global, nuestra región cobra una especial relevancia debido a las características de los gobernantes de ciertos países, entre los cuales se destacan Nicaragua y Venezuela. En la nación presidida por Daniel Ortega es públicamente conocido que los opositores que aún no se han escapado de Nicaragua permanecen presos, y las elecciones del pasado noviembre fueron una pantalla en donde, además del presidente, los otros candidatos satélites respondían exclusivamente a él. Con la oposición encarcelada y sin competencia electoral, Nicaragua es considerada para los autores como Scott Mainwaring y Aníbal Pérez Liñán como un caso claro de erosión democrática en donde si bien se convocan a elecciones, estos comicios no tienen ni las características ni las garantías mínimas para considerar a este país como una democracia, convirtiendo al régimen en un autoritarismo. Lo mismo sucede en Venezuela y el informe de Human Rights Watch da cuenta de ello denunciando no solamente hechos de fraude electoral sino también posibles crímenes de lesa humanidad y otras violaciones a los derechos humanos absolutamente incompatibles con un sistema democrático.
Más erosión. Pero además de los casos de Nicaragua y Venezuela, denominados como sistemas de “autoritarismo competitivo” por los mencionados autores Mainwaring y Pérez Liñán, también llama la atención el proceso de erosión democrática en otros regímenes menos evidentes como Brasil, México, El Salvador, Colombia e incluso Argentina.
Tanto en Brasil como en México, es sabido que sendos presidentes mantienen una guerra discursiva contra el Poder Judicial y también contra los medios de comunicación. Sin embargo, ciertos sucesos de los últimos meses dan cuenta que este conflicto podría pasar del plano discursivo a un plano mucho más práctico. En el caso brasileño, Jair Bolsonaro amenazó al Tribunal Supremo con desconocer los resultados de las elecciones presidenciales en caso de resultar derrotado y en México, Lopez Obrador intentó eliminar organismos públicos vinculados con la transparencia política y se lo ha escuchado haciendo críticas intimidatorias hacia periodistas y los medios de comunicación en general. En El Salvador la situación es aún más preocupante, ya que el presidente Bukele directamente reemplazó a los miembros opositores de la Corte Suprema de Justicia al mismo tiempo que el Congreso sancionó leyes para remover jueces en instancias inferiores. En Colombia, la violencia es la gran protagonista de la política no solamente porque miembros de la Policía Nacional han reprimido manifestaciones ciudadanas de manera absolutamente desproporcionada sino porque también hay cada vez más denuncias de una vuelta a la actividad política de las FARC, la guerrilla más importante de América Latina que parecía desarticulada desde los Acuerdos de Paz del año 2016. Si esto sucediera, el Estado colombiano deberá hacerle frente a esta organización, a sus miembros disidentes y al ELN con gran actividad especialmente en la frontera con Venezuela.
Incluso, problemáticas vinculadas con la erosión democrática afectarán a países que, en los índices democráticos, parecían tener mayor solidez institucional. Éste es el caso de Argentina que de acuerdo con el informe de Human Rights Watch, preocupan los discursos y los mecanismos generados desde el gobierno nacional para debilitar la independencia de la Justicia.
Pero además, si de por sí la erosión democrática es algo preocupante, en el caso latinoamericano esta problemática se agregan a otras ya existentes. Entre ellas se destacan el aumento de la pobreza, de la desigualdad, un dispar acceso a recursos esenciales como las vacunas y el pronóstico de recuperación económica más lento en comparación con otras regiones del mundo.
*Licenciada en Ciencias Políticas (UCA). Investigadora del Centro de Estudios Internacionales (UCA).