Hugo Chávez dijo alguna vez que la oposición en Venezuela “no tiene la más mínima idea de lo que es un soldado”. Ante todo militar, el difunto mandatario siempre hizo gala y uso de su conocimiento de la doctrina castrense y de su feeling con las Fuerzas Armadas, inversamente proporcional a los débiles vínculos del antichavismo con el sector militar. En vida de Chávez, la identificación entre los uniformados y el partido de gobierno alcanzó niveles casi inéditos en la región. Chávez murió, pero el reflejo político del alto mando militar venezolano sigue intacto: la jerarquía de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) es hoy uno de los principales sostenes del presidente Nicolás Maduro frente a las crecientes presiones de ajenos y propios para que deje el poder.
Tras la decisión del Consejo Nacional Electoral –acusado de ser afín al chavismo– de suspender la recolección de firmas necesarias para la activación de un referéndum revocatorio contra Nicolás Maduro, la mayoría opositora de la Asamblea Nacional declaró el domingo pasado que el presidente dio un “golpe de Estado” y decidió esta semana abrir una especie de “juicio político” en su contra, pese a que esa posibilidad no está prevista en la Constitución venezolana. La jugada de la oposición colocó en el centro de la escena a la FANB, el actor que podría convertirse en un árbitro en última instancia si se produjera un choque radical entre ambos bandos políticos.
La respuesta del generalato venezolano fue inmediata. Llegó a través del general Vladimir Padrino López, ministro de Defensa y uno de los hombres fuertes del gabinete de Maduro, quien emitió un comunicado en el que acusó a los diputados de haber orquestado “un mecanismo subrepticio y perverso de promover la incursión de una potencia extranjera” para “materializar sus oscuras ambiciones de poder” y derrocar al gobierno “mediante el caos y la anarquía”. Aunque aseguró que, a ojos de los militares, Maduro “no es una parcialidad política sino el presidente constitucional”, López advirtió a los opositores que “se toparán con los hijos de Chávez” si no deponen su actitud y terminó su mensaje con la clásica muletilla bolivariana: “Chávez vive, la lucha sigue”.
Un puñado de militares retirados y ex compañeros de armas de Chávez han hecho públicos sus reparos ante la deriva del gobierno de Maduro. Los casos más resonantes son los del mayor general (R) Cliver Alcalá y el general (R) Miguel Rodríguez Torres, ambos hombres predilectos del difunto presidente. Sin embargo, los altos mandos de las cuatro fuerzas –Ejército, Armada, Aviación y Guardia Nacional– que siguen activos no muestran fisuras y cierran filas con el gobierno. “No debe olvidarse que nuestro movimiento político nació en el seno de las Fuerzas y, por lo tanto, éste es el gobierno de las Fuerzas”, señaló a este diario un funcionario venezolano que fue compañero de armas de Chávez.
La tropa. No obstante, esa postura monolítica es menos clara entre los mandos medios y subalternos de la FANB. “Lo de Padrino López fue un mensaje interno a la Fuerza: en la tropa hay incertidumbre y desasosiego por el rol que el gobierno ordenó cumplir a los soldados en la eventual represión de las manifestaciones opositoras”, dijo a PERFIL la especialista venezolana en asuntos militares Rocío San Miguel, presidenta de Control Ciudadano para la Seguridad, la Defensa y la Fuerza Armada Nacional y activista opositora al chavismo. En su opinión, “los que han sido favorecidos durante años con beneficios y privilegios son los altos mandos, generales y almirantes, y son ellos quienes blindan a Maduro, ya que son corresponsables de la situación crítica que pasa Venezuela y les resulta difícil desmarcarse”.
El Ejecutivo no sólo ha utilizado en las últimas semanas a la Guardia Nacional como garante del dificultoso abastecimiento alimentario, sino también como fuerza de contención en las protestas opositoras. San Miguel supone que, llegado el caso, “el canal para expresar el disgusto de los mandos medios y subalternos no sería la clásica postura latinoamericana de pronunciamiento o intentona golpista, sino más bien de brazos caídos ante las órdenes de reprimir”.
Por ahora, sin embargo, nada de eso ha ocurrido. No hay ruptura en la cadena de mando ni mucho menos, y lo que expresan López y compañía representa a toda la Fuerza mientras nadie diga lo contrario. Junto a algunos sectores de la Justicia, la corporación militar permanece como el mayor dique de contención en favor de Maduro ante la presión antichavista. Como si el coronel Chávez viviera.