INTERNACIONAL
la convulsion regional entre lineas

Los otros "Bolsonaro" que asoman en el desconcierto de Latinoamérica

Son candidatos nuevos que corren por derecha al sistema político. Crecen a expensas del desgaste de los partidos dominantes. Religión, patria y Fuerzas Armadas como banderas.

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Hecho realidad. En una campaña, Bolsonaro pasó de ser un marginal de la política a presidente. | afp

Hace tres años, nadie en Brasil podía imaginar que Jair Bolsonaro, un diputado pro dictadura, racista, misógino, homofóbico y fanático religioso, llegaría a gobernar. Durante años, Bolsonaro fue visto como un personaje tan grotesco que ni siquiera merecía ser tomado en serio. Hasta que un día la crisis de representación de los partidos tradicionales hizo eclosión. La radicalización brasileña fue tan veloz que, en apenas una campaña electoral, Bolsonaro pasó de ser un marginal de la política a presidente de la nación.

La historia no tiene por qué repetirse, pero a veces sirve tenerla presente para pensar en procesos que, de otra manera, resultarían aún más desconcertantes. Es costumbre decir que Brasil suele anticipar tendencias regionales. Por eso, en un momento en el que América Latina atraviesa un cuadro de convulsión y desconcierto generales como no se veía hacía tiempo, cabe preguntarse si, en los próximos años, habrá espacio para el crecimiento de otros “pichones de Bolsonaro” en la región.

De mínima, lo que sí ya hay son aspirantes a ocupar ese lugar. Cada cual con sus particularidades y especificidades −y con caudales políticos de distinta envergadura−, pero todos ellos con un rasgo en común: un discurso radical y reaccionario que se quiere hacer pasar por refundador y que pretende recoger el descontento social con la política tal como se la conoce.

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Bolivia. Más allá de la polémica en torno al triunfo de Evo Morales, el otro dato saliente en las recientes elecciones bolivianas fue el 9% de votos que consiguió el candidato Chi Hyun Chung, un pastor presbiteriano nacido en Corea del Sur que hizo su debut en la política con una performance nada despreciable. El “Dr. Chi” se radicó en Bolivia a los doce años, cuando la Iglesia Presbiteriana de Corea les encargó a sus padres crear allí una misión religiosa. Chi hizo carrera como empresario y como pastor, siempre con la política en la mira. Es un mesiánico hecho y derecho. Su lema de campaña fue “recuperar Bolivia para el Señor”. Eligió al feminismo y las diversidades sexuales como sus enemigos predilectos. Llegó a decir que los incendios forestales eran un “castigo divino” por la existencia de homosexuales en el país.

Chi ha hecho pie en una alianza con líderes evangelistas conservadores que ven en él una oportunidad para instalar su agenda antiderechos en los medios de comunicación. A su vez, el pastor hace carroña de la política tradicional: irrumpió a mitad de la campaña como candidato bajo el sello del viejo y derruido Partido Demócrata Cristiano, dirigido durante décadas por católicos, que se entregó a Chi para que reemplazara a su postulante original a la presidencia.

Chile. El “Bolsonaro chileno” no podía ser otra cosa que pinochetista. Aunque hay muchos de ellos en la política chilena, el ex diputado y candidato presidencial José Antonio Kast es un defensor de Pinochet salido del closet. En 2017, el electorado pinochetista por primera vez pudo votar a un candidato que reivindica abiertamente a la dictadura y promueve un indulto a represores. Ese año Kast rompió con la Unión Demócrata Independiente (UDI) en la que había militado toda su vida, se cortó como independiente y sacó el 8% de los votos.

Al igual que Bolsonaro y Chi, Kast tiene a Dios en el centro de su discurso. En la última campaña propuso un profesor de religión para cada escuela pública, porque “a los chilenos les hace falta Dios y el Estado debe promover la religión en los colegios”. Prometió que, si llega a la presidencia, derogará la despenalización del aborto en casos de peligro de vida para la madre, malformación fetal y violación que rige en Chile.

En un país con un núcleo duro de votos de derecha muy fuerte, Kast apunta a posicionarse como alternativa competitiva para las elecciones de 2022. Ahora, con la crisis política que estalló, muchos se preguntan cuánto del capital político derramado por Sebastián Piñera caerá para el lado del pinochetista confeso.

Uruguay. Como Bolsonaro y Kast, el candidato presidencial uruguayo Guido Manini Ríos −quien sacó el 11% de los votos en las elecciones− es un cultor de las Fuerzas Armadas. Fue jefe del Ejército hasta marzo, cuando Tabaré Vázquez lo destituyó por cuestionar los juicios a los represores de la dictadura. Para entonces ya se sabía que Manini Ríos quería saltar a la política.

“Me comparan con Bolsonaro y Chávez porque soy una opción nueva que molesta a la izquierda y a la derecha”, dijo hace poco en una entrevista con Infobae. Aunque se declare artiguista, su mensaje es el mismo que el de los otros ‘Bolsonaro’: “Yo soy lo nuevo”.

 

Propuesta en Chile

Los partidos de la oposición chilena de centro izquierda -Partido por la Democracia (PPD), Partido Socialista (PS) y Partido Radical (PR)- presentaron ayer una contrapropuesta a la “agenda social” anunciada por el presidente Sebastián Piñera, que incluye la convocatoria a un plebiscito para la elaboracion de una nueva constitución. Piñera presentó un paquete de medidas para descomprimir la presión social y apaciguar las protestas violentas, en las que han muerto 23 personas. “La gente está expresando su malestar en las calles y corresponde que se pronuncie democráticamente a través de un plebiscito”, dijo el líder socialista, Álvaro Elizalde. La actual Constitución fue instaurada durante la dictadura de Augusto Pinochet en 1980 y ha sido reformada varias veces.