Líbano enterró ayer a las víctimas de los enfrentamientos ocurridos la víspera, los más violentos en años, que sacudieron el centro de Beirut y avivaron el espectro de la guerra civil. En total fueron siete muertos y más de treinta heridos. El director de la organización, Georges Ketané, advirtió que entre los heridos hay varios en estado crítico, por lo que no se descarta que el número de muertos pueda aumentar en las próximas horas.
El Ejército de Líbano informó de la detención de nueve personas “en ambos bandos” sospechosas de estar relacionadas con los actos violentos. Entre los arrestados hay un ciudadano sirio. Las Fuerzas Armadas iniciaron una investigación de los hechos y mantuvieron contactos con miembros de ambas partes para “contener la situación y evitar un deslizamiento hacia la lucha”.
Chiitas. Seis de las siete víctimas pertenecían a los dos partidos chiitas, el Hezbollah proiraní y su aliado, el movimiento Amal, que organizaron el jueves una manifestación ante el palacio de Justicia de Beirut para exigir el reemplazo del juez encargado de la investigación sobre la explosión en el puerto de la capital, el año pasado, que dejó más de 200 muertos.
Hezbollah y Amal exigen la destitución del juez Tareq Bitar. A pesar de las presiones, el magistrado quiere procesar a varios funcionarios vincuados a ambos partidos. Pero los funcionarios se niegan a ser interrogados a pesar de que las autoridades han reconocido que las enormes cantidades de nitrato de amonio que explotaron habían sido almacenadas durante años sin precaución.
Ayer, en un discurso pronunciado durante el funeral de dos miembros de Hezbollah en los suburbios del sur de Beirut, Hashem Safieddine, un alto cargo de la milicia chiita, acusó a la formación cristiana Fuerzas Libanesas de haber “provocado deliberadamente una masacre”, con el fin de desencadenar “una nueva guerra civil”.
“Como en 1975”. Cientos de personas asistieron a los funerales de los dos miembros del Hezbollah, cuyos féretros estaban envueltos en la bandera amarilla del partido y flanqueados por combatientes en traje de combate. Un tercer miembro de Hezbollah fue enterrado al norte de Beirut.
El movimiento Amal enterró a tres de sus miembros, entre ellos un joven de 26 años, en un funeral celebrado en un pueblo libanés, entre nutridos disparos.
La séptima víctima es una madre de cinco niños que murió al ser alcanzada por una bala perdida cuando se hallaba en su casa.
Las dos formaciones chiitas acusan al partido Fuerzas Libanesas de haber puesto a francotiradores en los tejados de edificios próximos al palacio de justicia y disparar contra sus militantes que se acercaban a los vecinos barrios cristianos. Las Fuerzas Libanesas desmintieron estas acusaciones, exigieron una investigación oficial y acusaron a Hezbollah de haber “invadido” los barrios cristianos.
El diario Al Akhbar, próximo a Hezbollah, publicó ayer en primera página un retrato del jefe de la formación cristiana, Samir Geagea, en uniforme nazi y con un bigote a lo Hitler, acompañado por el titular: “No hay duda”.
La tensión seguía siendo palpable ayer, día de luto nacional, pese al despliegue del ejército libanés en los barrios donde se produjeron los enfrentamientos. Los propietarios de negocios y los residentes inspeccionaban los daños y recogían los cristales rotos. “Volvemos a 1975”, se lamenta Fawzi Saghir, un vendedor de autos en Tayouné, en alusión a la sangrienta guerra civil que devastó el país durante 15 años.
El jueves, centenares de milicianos de Amal y de Hezbollah se desplegaron en las calles de este barrio, cercano al palacio de Justicia, a poca distancia de la antigua línea de demarcación durante la guerra civil (1975-1990) entre los barrios musulmanes y cristianos de Beirut.
Las circunstancias exactas de los enfrentamientos siguen siendo confusas. El ejército habla de “tiroteos cuando los manifestantes se dirigían a protestar ante el palacio de Justicia”. El ministro del Interior, Bassam Mawlawi, afirmó que “francotiradores” habían disparado contra los manifestantes. Los disparos aterrorizaron a los habitantes y muchos revivieron momentos de la guerra civil que creían haber dejado definitivamente atrás.
“Mostrar moderación”. Rusia instó este viernes a las fuerzas políticas en Líbano a “mostrar moderación”. Francia también pidió calma y Estados Unidos expresó su apoyo “a la independencia del poder judicial” en Líbano.
El portavoz de la ONU, Stéphane Dujarric, exhortó a un “cese de los actos de provocación” y abogó por una “investigación imparcial” de la explosión del puerto, pedido al que se sumó la Unión Europea, que pidió que la investigación avance sin interferencias y deslinde responsabilidades.
“Le toca a las autoridades libanesas permitir que continúe la investigación con todos los recursos financieros y humanos necesarios para que pueda arrojar luz sobre lo que sucedió y den una respuesta creíble a las preguntas de los libaneses”, señaló Bruselas en un comunicado.
La manifestación tuvo lugar después de que la justicia rechazara recursos presentados por diputados y ex ministros vinculados a Hebollah o Amal contra Bitar, lo que le permitía retomar la investigación. Este asunto está a punto de provocar una implosión del recién formado gobierno libanés, después de un año de bloqueo político.
El martes, ministros de partidos chiitas pidieron que el juez fuera reemplazado y el gobierno no se ha vuelto a reunir desde entonces. Mientras Amal y Hezbollah exigen que el gobierno se pronuncie al respecto, los demás miembros del gabinete defienden la separación de poderes.