En el primer aniversario de los denominados "chalecos amarillos", el movimiento ciudadano llevó adelante el 53er sábado consecutivo de protestas que viene bajando en la cantidad de manifestantes, pero que los enfrentamientos con la Policía siguen generando una ola de violencia en las calles de París.
El movimiento de los "chalecos amarillos", que nacieron un año atrás en rechazo al alza de los combustibles que logró poner en jaque al gobierno de Emmanuel Macron, viene a la baja desde hace varios meses. Esta convocatoria estuvo lejos de las 282.000 personas que se habían manifestado en la primera jornada de movilizaciones y sólo agrupó a unos pocos miles de ciudadanos en las calles francesas.
A pesar de esta caída en la cantidad de personas que protestan, la violencia fue, una vez más, la protagonista del día, principalmente en París, epicentro de los movimientos.
La plaza de Italia, situada en el sureste de la capital, fue durante horas escenario de choques entre la policía y manifestantes radicales, que vestidos de negro y con el rostro cubierto levantaron barricadas, incendiaron autos y motos, además de destruir mobiliario urbano y comercios.
Alarma en París: por qué hay una ola de suicidios de policías franceses
Los uniformados, por su parte, reprimieron con gases lacrimógenos y camiones hidrantes mientras los exaltados les lanzaban adoquines y todo tipo de objetos, informó la agencia de noticias EFE.
Ante estos excesos, la prefectura de Policía decidió anular una marcha que debía salir desde esa plaza para evitar que los disturbios se extendieran a su paso.
Otras dos manifestaciones pudieron recorrer la ciudad, fuera de los barrios donde por precaución se había prohibido cualquier acto de protesta durante el fin de semana.
Una prohibición que incluía los Campos Elíseos, la catedral de Notre Dame, la Asamblea Nacional, la torre Eiffel, la explanada de Trocadero, el palacio de Matignon -residencia oficial del primer ministro- y la zona de los grandes almacenes en torno a la estación ferroviaria de Saint Lazare.
En una de las marchas convocadas se produjeron también enfrentamientos en el noroeste de la capital, cuando "chalecos amarillos" bloquearon el tráfico en la autopista de circunvalación parisina y la policía procedió a dispersarlos.
Asimismo, algunos grupos de manifestantes perseguidos por agentes escaparon y causaron incidentes a su paso, por ejemplo en el centro comercial de Les Halles a última hora de la tarde.
En total, 147 personas fueron detenidas en París por los altercados, según informó la Prefectura de Policía de la capital.
La ONU pide investigar a la policía francesa por mano dura a chalecos amarillos
Según el diario Le Monde, los violentos eran principalmente jóvenes "exaltados", mientras que la gran mayoría de los manifestantes eran personas mayores de 40, en general pacíficas, venidas de otras provincias para celebrar este aniversario.
La respuesta policial fue criticada por su desmesurada. Un periodista denunció en Twitter que un colega fue herido con una granada explosiva en la cara cuando el reglamento indica que deben tirarse al suelo.
La también conocida como "revuelta de las rotondas" -en referencia a los piquetes instalados en toda Francia- no tuvo en su primer aniversario la fuerza que hace un año le permitió poner al gobierno de Macron en jaque.
Las protestas supusieron entonces un parón en el ritmo de reformas del mandatario, que se vio obligado a lanzar diversas medidas sociales para calmar los ánimos.
Si bien las figuras más conocidas del movimiento admiten que el número de personas que protesta se ha reducido, subrayan que las autoridades aun no han respondido a sus demandas.
"No deberíamos necesitar estar en la calle un año después", señaló Priscillia Ludosky, una empresaria cuya petición en línea contra los altos precios del combustible dio impulso al movimiento.
Disturbios en París: mirá las fotos de los incidentes en los festejos por la Revolución
Decidido a continuar con su programa para modernizar el país, Macron pretende sacar adelante una reforma al sistema jubilatorio.
El 5 de diciembre, el gobernante enfrentará otra prueba de fuego en las calles en una huelga convocada por los sindicatos contra la reforma previsional prevista por un gobierno que ya ha logrado flexibilizar el mercado laboral por decreto.
ED EA