Cuando Gran Bretaña se prepara para conmemorar los treinta años de la Guerra de Malvinas, su principal “héroe” del conflicto bélico con la Argentina, la otrora Dama de Hierro, Margaret Thatcher, de 86 años, atraviesa hoy su peor momento. Aquejada por una demencia senil tras una serie de ataques cerebrales menores, con dificultades para hablar y moverse, y totalmente sola y sin la contención de sus hijos Mark y Carol, la baronesa está recluida desde hace meses en su mansión del exclusivo barrio de Belgravia, en el centro de Londres, donde la atiende su leal ama de llaves Kate.
Ya no puede leer su periódico favorito, el ultraconservador Daily Telegraph, declina toda invitación pública y dejó de comunicarse con sus acólitos del Partido Conservador. Thatcher enfrenta además la “ignominia” de haber sido retratada negativamente por la actriz Meryl Streep en la película The Iron Lady, que se estrenó esta semana en el Reino Unido y que muestra a la ex primera ministra como una política tirana, fría y temeraria, que termina sus días demente.
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