Irena Sendler, una de las grandes heroínas polacas de la Segunda Guerra Mundial por haber salvado a 2.500 niños judíos sacándolos a escondidas del gueto de Varsovia a riesgo de su propia vida, murió hoy a los 98 años de edad.
"Murió hoy", declaró su hija, Janina Zgrzembska, sin dar más detalles sobre el fallecimiento de una mujer a la que le gustaba recordar que la "educaron en la creencia de que hay que salvar a quién se ahoga sin mirar su religión o su nacionalidad".
Nacida el 15 de febrero de 1910, Irena Sendler fue una desconocida durante mucho tiempo para los polacos. Eso mismo le sucedió a Oskar Schindler, que murió en la pobreza en Alemania antes de que su hazaña de salvar a los trabajadores judíos de su fábrica fuese inmortalizada en el cine por Steven Spielberg.
En el caso de Sendler, hubo que esperar a marzo de 2007 para que Polonia le rindiese un homenaje solemne y su nombre fuese propuesto para el Premio Nobel de la Paz.
Sin embargo, el memorial israelí del Holocausto, el Yad Vashem, le entregó en 1965 el título de Justo entre las Naciones, reservado a los no judíos que salvaron a judíos, unos 22.000 por lo que se sabe hasta ahora.
Sendler era asistente social y ya antes de la guerra trabajaba con familias judías pobres de Varsovia, por aquel entonces la primera metrópolis judía de Europa, pues en ella vivían 400.000 de los 3,5 millones de judíos de toda Polonia.
Desde el otoño boreal de 1940, Irena Sendler puso en peligro su vida llevando comida, ropa y medicamentos a los habitantes del gueto de Varsovia, donde los nazis hacinaron en 4,2 kilómetros cuadrados a 450.000 personas.
Muchas de ellos murieron de hambre o de enfermedad. Las restantes acabaron en el campo de exterminio de Treblinka. Sólo un puñado de supervivientes realizaron en la primavera boreal de 1943 una insurrección desesperada antes de que las tropas nazis destruyeran por completo el barrio.
"Cuando iba por las calles del gueto, Sendler llevaba un brazalete con la Estrella de David, en solidaridad con los judíos y para no atraer la atención", contó el memorial de Yad Vashem.
A finales del verano de 1942, la joven se sumó al movimiento de resistencia Zegota (Consejo de Ayuda a los Judíos). Entonces empezó a hacer salir clandestinamente a niños del gueto a los que buscaba cobijo en familias católicas o conventos.
"Fuimos testigo de escenas infernales cuando el padre estaba de acuerdo pero no la madre", había contado a un sitio internet dedicado a ella.
Los niños eran escondidos en maletas, transportados por bomberos o en camiones de basura o, sencillamente, debajo de los abrigos de aquellos con permiso a entrar y salir del gueto, como la propia Sendler y su equipo de asistentes sociales.
Por precaución, anotaba cuidadosamente los nombres de los niños y de sus familias en papeles que luego escondía en botellas enterradas en el suelo. Fue arrestada en su casa el 20 de octubre de 1943.
En las torturas que sufrió en el cuartel general de la Gestapo, los nazis le rompieron pies y piernas. Pero no habló. La condenaron a muerte pero cuando la conducían a la ejecución, fue milagrosamente salvada por un oficial alemán a quien la resistencia polaca logró corromper.
Sendler continuó con su lucha clandestina bajo una nueva identidad hasta el final de la guerra. Luego, trabajó como supervisora de orfanatos y asilos en su país.
Nunca se consideró una heroína. "Sigo teniendo mala conciencia por haber hecho tan poco", confesaba. Debido a una salud débil, Irena Sendler no participó en las ceremonias que le rindieron homenaje en 2007. Pero hizo leer una carta en su nombre a Elzbieta Ficowska, una superviviente a la que salvó del gueto cuando era un bebé, en 1942.
"Llamo a todas las personas de buena voluntad al amor, la tolerancia y la paz, no sólo en tiempos de guerra sino también en tiempos de paz", escribió en su mensaje.