El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU) se reunirá hoy para resolver si solicita una sesión extraordinaria de la Asamblea General sobre la invasión rusa a Ucrania. El Consejo, que consta de 15 miembros, deberá alcanzar una mayoría de nueve votos para llevar a cabo la convocatoria. Será la cuarta vez en la semana que sesione sobre el conflicto.
La reunión, convocada por Estados Unidos y Albania, no prevé el derecho a veto de los miembros permanentes, por lo cual Rusia no podrá valerse de este mecanismo para impedir la votación. Ya el viernes el país se había apoyado en esta prerrogativa que tiene como miembro permanente del Consejo para hacer naufragar una resolución de condena a la invasión el viernes, junto con la abstención de China, India y los Emiratos Árabes Unidos. Según fuentes diplomáticas, hubo intensas negociaciones para convencer a dos miembros no permanentes del Consejo, India y Emiratos Árabes, para que votaran a favor del texto.
El objetivo de la próxima asamblea sería que los 193 Estados miembros de la ONU tomen posición frente a la guerra y a la violación a la Carta de las Naciones Unidas. Varias fuentes diplomáticas pronostican una mayoría de más de cien votos contra la invasión. Las resoluciones, sin embargo, no son vinculantes.
El primer mandatario ucraniano, Volodimir Zelenski, señaló que el veto ruso era “una mancha de sangre en su placa en el Consejo de Seguridad” desde su cuenta de Twitter, y pidió que le sea retirada esa herramienta a Moscú. “La verdad está con nosotros, la victoria será nuestra”, agregó.
El texto vetado contaba con el patrocinio de 81 países y había sido depurado de palabras que pudieran incentivar a que varios países dieran un paso al costado. Instaba a Rusia al “cese inmediato del uso de la fuerza” y a abstenerse de “cualquier amenaza legal o uso de la fuerza contra un Estado miembro de la ONU”. Su objetivo era una retirada “inmediata, completa e incondicional” de sus fuerzas militares del territorio ucraniano. A su vez, exigía que Putin revirtiera su reconocimiento de dos regiones ucranianas, Donetsk y Lugansk, como naciones independientes por “violar la integralidad territorial del país”.
António Guterres, secretario general de la ONU, por su parte, exhortó al presidente ucraniano y a su par ruso, Vladimir Putin, al diálogo y a que los soldados regresen a sus cuarteles. Por su parte, la embajadora estadounidense ante la ONU señaló que el ataque ruso “a nuestros principios fundamentales es tan osado, tan desvergonzado, que amenaza el sistema internacional tal cual lo conocemos. “No es demasiado tarde para parar esta locura”, afirmó Ferit Hoxha, el embajador albano, en su defensa del texto.
El embajador ucraniano, Sergiy Kislitzia, aprovechó para pedir un minuto de silencio por el centenar de víctimas del ataque ruso y remarcó que la votación le permitiría saber “quién está del lado bueno”.
El escenario podría ser similar al ya ensayado por Rusia tras la anexión de la península de Crimea en 2014, cuando vetó un proyecto de resolución de condena y obtuvo la abstención china. Posteriormente, una escueta mayoría de cien votos votó contra la anexión en la Asamblea General. Hubo también 58 abstenciones y once votos a favor.
Rusia sostiene que su actuación es en defensa propia e invoca el artículo 51 de la carta fundacional de la ONU para respaldarse. Exige que Ucrania abandone su pretensión de formar parte de la OTAN. Según palabras del embajador ruso ante la organización, Vassili Nebenzia, “este documento va en contra del pueblo ucraniano, ya que trata de salvar el régimen que ha conducido al país a la tragedia”.
La comunidad internacional ha impuesto grandes sanciones a Rusia por su ofensiva contra Kiev. La Unión Europea ha castigado los sectores energético y financiero y congelado los haberes de varias figuras políticas rusas en los sistemas bancarios del bloque. Por su parte, Estados Unidos ha apuntado también contra la banca moscovita y los sectores tecnológico y aeroespacial.