El bebé británico Alfie Evans, de 23 meses y quien se encontraba en estado terminal, murió este sábado en el hospital Alder Bey, de Liverpool, donde los médicos le habían retirado la respiración asistida el último lunes. Los padres del chiquito se opusieron a esa decisión médica e intentaron por todos los medios retirar al bebé del hospital, incluso tentando la chance de atenderlo en Roma, pero la justicia británica se opuso.
"A nuestro gladiador le crecieron las alas esta noche a las 02H30 [01H30 GMT]. Tenemos el corazón roto. Gracias a todo el mundo por su apoyo. Te amamos hijo", dijeron James y Thomas Evans en Facebook este sábado.
El bebé, que tenía una enfermedad neurológica degenerativa disgnosticada como terminal por los médicos, había generado una áspera disputa judicial y hasta diplomática, porque Italia le otorgó en tiempo récord la ciudadanía para que pudiera viajar a atenderse en Roma, pero la justicia británica se opuso. La Corte Europea ratificó luego la decisión de los jueces británicos.
Los médicos del Alder Hey Hospital de Liverpool habían tildado de “inhumana” la prolongación del sufrimiento del bebé y por eso fue desconectado de los aparatos que lo mantenían con vida el último lunes, contra la voluntad de los padres. Los médicos creían que el pequeño sobreviviría unos pocos minutos, pero respiró por sus propios medios mucho más tiempo del esperado.
Esa decisión médica generó una batalla judicial entre los padres del menor y el equipo médico del hospital infantil Alder Hey de Liverpool, en el noroeste de Inglaterra, donde Alfie estaba ingresado desde diciembre de 2016. Según el establecimiento médico, el bebé, nacido el 9 de mayo de 2016, sufría una patología neurodegenerativa rara y para la cual no existía tratamiento. esa fue la razón por la que los médicos consideraron que no era conveniente continuar tratándolo.
El lunes por la noche se le retiró la asistencia respiratoria. Según su padre, eso demostraba que podía respirar solo y que su estado de salut era "significativamente mejor" de lo estimado. La Corte Suprema británica, con el apoyo del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, había rechazado las demandas de los padres del niño para que le mantuvieran la asistencia respiratoria y aunque los Evans viajaron a el Vaticano para solicitar la intervención del papa Francisco en el caso, todo terminó hoy con la muerte del pequeño. No hubo milagro.