INTERNACIONAL
Los bastardos han dado conmigo"

¿Por qué murió Alexander Litvinenko?

Hay miedo entre algunos miembros de la comunidad rusa exiliada en Gran Bretaña por la posibilidad de nuevos asesinatos. El ex espía había revelado en 1998 que sus jefes del servicio secreto le habían ordenado matar al magnate Boris Beresovski. Acusaciones cruzadas y confusas teorías conspirativas enrarecen el aire en Moscú y Londres.

default
default | Cedoc

Londres/Moscú (DPA) – Una y otra vez, los expertos analizaron la sangre, partículas de piel, la silla y la orina del moribundo Alexander Litvinenko. Fue una carrera en la que al final, ganó la muerte. O mejor dicho: el hasta ahora desconocido asesino del ex agente secreto y crítico del Kremlin, que murió con 43 años.

Fue hacia las 18:00 horas de la tarde del jueves -unas tres horas y media antes de que el corazón del ruso dejase de latir- cuando especialistas del University College Hospital de Londres hicieron el alarmante descubrimiento: "La orina del señor Litvinenko mostró una extremadamente alta concentración de la peligrosa sustancia radiactiva polonio 210", dijo hoy Roger Cox, director de las autoridades británicas sanitarias.

Así, la cuestión de las razones de la agónica muerte de Litvinenko, que se extendió durante semanas, recibió una respuesta médica. Quién provocó su muerte de una forma tan malvada y, sobre todo, por qué es la cuestión que no se encuentra en el centro de las investigaciones de Scotland Yard, sino que forma parte de especulaciones, algunas salvajes. A ellas contribuyó el presidente ruso, Vladimir Putin, cuando indicó que todo se podría haber escenificado como una "provocación".

Guerra Fría. Las últimas palabras de la víctima, que acusó directamente a Putin de la muerte que se cernía sobre él, tienen características de un thriller de agentes de la Guerra Fría: "Los bastardos han dado conmigo, pero no podrán atrapar a todo el mundo".

Litvinenko sólo pudo susurrar la frase, según dijo uno de sus allegados, el director de cine Andrei Nekrassov. Día tras día estuvo junto a la cama del ex espía, de 43 años, después de que éste ingresase en el University College Hospital de Londres el 17 de noviembre con síntomas de envenenamiento. "Fue un hombre fuerte, pero enseguida tuvo el aspecto de una víctima en un campo de concentración nazi".

El director de cine crítico con el Kremlin hace ya tiempo que no es el único ruso en Londres que está convencido de que Litvinenko fue asesinado por sus esfuerzos por poner en la picota los tejemanejes del Kremlin. El servicio secreto ruso FSB "ha enviado a un hombre con una pastilla tóxica a Gran Bretaña", explicó Oleg Gordiyevski. Otrora fue coronel en el KGB y paralelamente agente de los británicos, que lo sacaron en 1985 de la Unión Soviética.

Del presunto hombre de la pastilla, que desapareció sin dejar rastro, hay un nombre y una descripción: Vladimir es un gigante, de pocas palabras y tiene un corte facial conciso. Así se lo dijo Litvinenko a Scotland Yard durante la toma de declaración en el hospital. Este Vladimir apareció el 1 de noviembre con un buen conocido en una reunión en Londres e insistió en beber un té con Litvinenko.

Rusos en el exilio. Entre algunos de los 200.000 integrantes de la comunidad rusa en Londres se extiende el miedo. Entre ellos hay ricos hombres de negocios que cayeron en desgracia bajo el gobierno de Vladimir Putin o "sólo" bajo algunos líderes importantes del FSB.

Entre los exiliados rusos más importantes en el "Moscú junto al Támesis" está desde hace ya tiempo el oligarca Boris Beresovski.

Antes de mudarse a Londres, Litvinenko dijo en una rueda de prensa en 1998 que sus jefes en el FSB le habían ordenado asesinar a Beresovski.

La sede de su empresa en el corazón de Londres, fuertemente vigilada por guardaespaldas, es conocida como "La Meca de los opositores a Putin". Por eso, algunos rusos exiliados parten de que Litvinenko "no ha sido la última víctima".

De forma similar a lo que se piensa en Londres, las especulaciones crecen también en Moscú. Muchos creen que el propio Beresovski ordenó el asesinato de Litvinenko para dirigir las sospechas hacia el Kremlin y con ello envenenar más la relación, ya tensa, de Moscú con Occidente.

Otra variante es la del diario Isvestiya, que indica que Beresovski pretendía evitar así la expulsión a Rusia que se cierne sobre él.

Como en tiempos soviéticos, circulan nebulosas teorías conspirativas por Moscú. Círculos nacionalistas recelan. La muerte de Litvinenko y el asesinato de la periodista Anna Politkovskaya son intentos de fuerzas subversivas por influir en el presidente Putin, indican.

Por los delitos, recibidos en Occidente con horror, el jefe del Kremlin se ve una y otra vez obligado a justificar su curso autoritario, añaden. Además, Politkovskaya murió coincidiendo con el 54 cumpleaños de Putin. En el caso de Litvinenko falta un enlace de este tipo, pero los teóricos de la conspiración seguro que lo encuentran.