La Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), liderada por Moscú y Beijing, debe imponerse como socio de los talibanes para que cumplan sus promesas de lucha contra el “terrorismo”, declaró ayer el presidente ruso Vladimir Putin.
La OCS, que reúne a India, China, Rusia, y varios países de Asia central, quiere ser un contrapeso a la influencia de Estados Unidos, aunque su acción concreta siga siendo limitada.
“Es importante movilizar el potencial de la organización para facilitar el inicio de un diálogo interafgano inclusivo y también para bloquear las amenazas del terrorismo, el narcotráfico y el extremismo religioso procedentes de ese país”, dijo Putin en su participación por videoconferencia en la cumbre de la OCS en Dusambé, capital de Tayikistán.
“Los talibanes controlan casi todo el territorio de Afganistán y hay que estimular a las nuevas autoridades afganas para que cumplan sus promesas”, añadió, citando su compromiso de “establecer la paz, normalizar la vida pública y garantizar la seguridad de todos”.
El líder chino, Xi Jinping, que también participó en la cumbre a través de un video, pidió a su vez “animar a Afganistán a construir un marco político amplio e inclusivo”, “combatir decididamente todas las formas de terrorismo” y vivir en paz con sus vecinos.
Beijing comparte una frontera de 76 kilómetros con Afganistán.
Por su parte, el primer ministro de Pakistán, Imran Khan, alabó la “rara oportunidad de poner fin a 40 años de guerra en Afganistán”, al tiempo que pidió a los talibanes que garanticen la presencia de todos los grupos étnicos en su gobierno.
Rusia considera al movimiento talibán como terrorista, pero lleva años dialogando con él. Moscú se ha mostrado conciliador desde que los talibanes tomaron el poder por sus promesas de no permitir que las organizaciones “terroristas” se establezcan en el país, de no atacar a sus vecinos, especialmente a los aliados centroasiáticos de Rusia, y de frenar el comercio de heroína y opio.