Ucrania informó el viernes que 50 civiles fueron evacuados de la siderúrgica Azovstal, último foco de la resistencia a las tropas rusas que ocupan Mariúpol, en el sudeste del país, en una operación que según Kiev avanza lentamente debido a violaciones rusas del cese el fuego.
“Hoy hemos conseguido evacuar de Azovstal a 50 mujeres, niños y ancianos”, informó la vice primera ministra ucraniana, Iryna Vereshchuk, que agregó que hoy se intentará sacar a otros civiles de ese lugar, que la ONU definió como un “sombrío infierno”.
Los civiles quedaron atrapados en la red de túneles de la siderúrgica, junto a las últimas unidades de defensa ucraniana en Mariúpol.
Rusia había anunciado el jueves una tregua de tres días a partir del jueves para facilitar la evacuación de civiles, pero según Vereshchuk, las tropas rusas “violaron constantemente” el cese el fuego, por lo cual la evacuación es “sumamente lenta”.
El regimiento ucraniano Azov, que defiende el lugar, acusó a las tropas rusas de haber disparado contra un vehículo que participaba en la evacuación, matando a un soldado e hiriendo a seis.
Las evacuaciones, que se realizan bajo control de la ONU y del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), se iniciaron el fin de semana pasado y permitieron sacar del lugar a unos 500 civiles, según el municipio de Mariúpol.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, afirmó hoy que lo que se vive en la ciudad de Mariupol no es una guerra, sino una “tortura bestial” de parte de las fuerzas rusas.
“El ataque de las fuerzas rusas a la acería de Azovstal de Mariupol no es una operación militar, sino una tortura mediante el intento de vencer por el hambre a los asediados”, dijo Zelensky en un video que envió al Chatham House, un notorio think tank británico.
Lo que sucede en Mariupol es una estrategia fruto de una “actitud bestial” de los militares rusos, alimentada por décadas de “odio y propaganda antiucraniana”, agregó el mandatario.
En el plano diplomático, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó una resolución unánime de apoyo a los esfuerzos del secretario general Antonio Guterres para buscar “una solución pacífica” en Ucrania.
La declaración, redactada por Noruega y México, indica que el “Consejo de Seguridad manifiesta su profunda preocupación sobre el mantenimiento de la paz y la seguridad en Ucrania”.
Mariúpol, “completamente destruida”. El control de Mariúpol es estratégico para Rusia, ya que crearía una conexión entre las zonas separatistas prorrusas del este y la península de Crimea, anexada por Moscú en 2014. Sofocar el último reducto de resistencia en Mariúpol sería además una victoria mayor para Moscú, más de diez semanas después de la invasión de Ucrania, que ha sembrado destrucción en las ciudades y dejado millones de desplazados.
Según analistas, esa conquista sería bienvenida antes del 9 de mayo, cuando Rusia celebra con un gran desfile militar en la plaza Roja de Moscú su victoria ante la Alemania nazi en 1945.
Los separatistas del sudeste de Ucrania informaron que derribaron los letreros en ucraniano y en inglés de Mariúpol, reemplazándolos por señalética en ruso.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, afirmó que la ciudad está “completamente destruida” por los bombardeos rusos y que no queda nada que tomar, salvo la acería.
Presencia rusa “para siempre” en el sur de Ucrania. Las fuerzas ucranianas informaron que las tropas rusas tienen casi totalmente rodeada Severodonetsk, la última posición de Kiev en el este, y que tratan de tomarla desde varios puntos.
Un importante cargo de la Cámara Alta del parlamento ruso visitó este viernes Jérson -hasta ahora la única ciudad importante de Ucrania controlada completamente por las tropas rusas- y afirmó que Rusia permanecerá “para siempre” en el sur del país.
“No habrá retorno al pasado. Vamos a vivir juntos, a desarrollar esta rica región, rica en su patrimonio histórico, del pueblo que vive aquí”, dijo Andrei Turchak, primer adjunto del presidente del Consejo de la Federación (cámara alta del Parlamento ruso), citado en un comunicado del gobernante partido Rusia Unida.
Olga Babich, una residente de un pueblo del sudeste que huyó hacia Zaporiyia, a 230 kilómetros de Mariùpol, dijo que había bombardeos todo el día y contó que en su éxodo trajo con ella a sus gatos.
“No podía dejarlos. Son tan pequeños y son seres vivos”, explicó.
Ayer Vereshchuk anunció que 41 personas - incluyendo 11 mujeres- fueron liberadas en un intercambio de prisioneros con Rusia.
Embargo. Los países occidentales sostienen una dura presión sobre Rusia, sujeta a una serie de sanciones sin precedentes.
En lo que sería su medida más dura hasta ahora, la Comisión Europea propuso que los 27 países miembros de la UE prohíban gradualmente las importaciones de petróleo ruso. Pero el primer ministro nacionalista húngaro, Viktor Orban, se opone al embargo y acusó a la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, de “atacar” la unidad del bloque.
Hungría es totalmente dependiente del petróleo ruso y un embargo equivaldría a “una bomba nuclear sobre su economía”, dijo Orban.
Además del impacto en el mercado energético, la guerra y las sanciones suponen un duro choque para los precios de los alimentos, ya que tanto Ucrania como Rusia son importantes productores de granos.
Los agricultores ucranianos arriesgan sus vidas para trabajar en terrenos sembrados de explosivos.
“Cada día, desde el inicio de la guerra, hemos estado encontrando y destruyendo munición sin explotar”, explicó Dmitro Polishcuk, uno de los oficiales de un equipo de zapadores en la localidad de Grygorivka.