DPA/AP/AFP desde Kiev
En un nuevo episodio que tensó aún más la crisis política, fuerzas militares rusas asaltaron ayer dos bases ucranianas en la península de Crimea y obligaron a sus soldados a rendirse. Los uniformados que responden al presidente Vladimir Putin tomaron la base de Belbek, la de Novofiodorovsk y un submarino apostado en la región.
Ante la escalada del conflicto, el presidente ucraniano, Alexandr Turchínov, advirtió desde que Kiev que Ucrania “combatirá al enemigo en caso de una invasión de nuestro territorio”. Sin embargo, el Kremlin parece no haber tenido en cuenta esa advertencia y golpeó una vez más con sus tropas.
Se trató de un asalto a mano armada, con carros blindados, a la base de Belbek, donde se erige una guarnición militar ucraniana en la península de Crimea, anexada esta semana a Moscú. La audaz iniciativa culminó con la rendición de los soldados ucranianos.
Según testigos citados por las agencias de noticias internacionales, hubo al menos dos heridos. El comandante ucraniano de la base militar, Iuli Mamciur, negoció con los militares rusos la rendición, tras el asalto armado. Antes de eso, el oficial había arengado a sus hombres, alabándolos por haber “hecho todo lo posible” para “defender el honor de sus uniformes”. Belbek está cerca de Sebastopol y es una de las pocas instalaciones militares que aún quedaban en manos de Ucrania dentro de la región de Crimea.
Otra base militar, la de Novofedorivka, en el oeste de Crimea, fue rodeada por manifestantes pro rusos desarmados, que se terminaron adueñando de las instalaciones. Además, la mayoría de los buques ucranianos ya está en manos rusas.
La agencia de noticias ucraniana UNN informó ayer que fuerzas rusas tomaron el único submarino que tenía la Marina de Kiev en Crimea, el Zaporizhzhia, atracado cerca de Sebastopol en la bahía de Striletska. El submarino fue rodeado por buques rusos y atacado con granadas aturdidoras, lo que provocó la huida del capitán y una parte de la tripulación ucraniana.