INTERNACIONAL
opinión

Señales internacionales de la coalición semáforo

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Juntos. El canciller Sholz, socialdemócrata, con sus aliados, entre ellos Annalena Baerbock. | apf

La Ampel-Koalition –coalición semáforo– que gobierna Alemania empieza a generar señales en materia internacional. Así, esta coalición liderada por el canciller socialista Olaf Scholz, e identificada por los colores de sus tres partidos integrantes –colorado (partido socialista: SPD), amarillo (partido liberal: FDP) y verde (Partido Verde)– comienza a dar indicios concretos de su política exterior, algo que Argentina debe tener en cuenta. 

Es esperable algún grado de continuidad con las posiciones de Angela Merkel, ya que tres dirigentes socialistas han sido ministros de Relaciones Exteriores durante su mandato: Frank-Walter Steinmeier (2005-2008/2013-2017), Sigmar Gabriel (2013-2017) y Heiko Maas (2018-2021). Pero la atención está puesta en las nuevas señales, en los matices y las diferencias que puedan surgir, en adición a cómo se encararán las amenazas inmediatas. 

Una señal importante será actualizar el rol de Alemania en Europa. Por un lado la ministra de Relaciones Exteriores, Annalena Baerbock,  ya ha manifestado  la intención de integrar Serbia y Montenegro a la Unión Europea (UE). El objetivo a largo plazo es también integrar a Bosnia-Herzegovina, Macedonia del Norte, Kosovo y Albania, un objetivo declarado del Partido Verde al que Baerbock pertenece. 

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Por otro lado se deberá convivir con el liderazgo del presidente francés, Emmanuel Macron, en la UE, que de ser el mandatario “junior” del eje París-Berlín, pasa a ser ahora el más experimentado.  A su vez, se debe enfrentar una nueva versión del histórico desafío de lidiar con Rusia, que se siente amenazada ante el avance gradual de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hacia sus fronteras. Según algunos observadores como el historiador Niall Ferguson, Rusia pretende –aunque ahora prometa lo contrario– invadir el este de Ucrania, a la que considera históricamente rusa. Putin tampoco quiere que Ucrania se integre a la OTAN. Ante el dilema ruso, mientras Baerbock pretende tener una política exterior “basada en valores” –DD.HH., libertades individuales, democracia–, el canciller Scholz toma una posición más pragmática, afirmando que se debe implementar una nueva Ostpolitik o política hacia el Este, como la del canciller socialista Willy Brandt (1969-1974), de acercamiento y comprensión con Rusia. 

Una segunda señal será el posicionamiento de Alemania ante la confrontación económica, política y económica entre Estados Unidos y China. Esto significa establecer nuevos balances entre las dos estrategias alemanas de política exterior características de la posguerra: una transatlántica y la otra euroasiática. Esta última, además de Rusia, incluye ahora a China. 

Dando una clara señal, la ministra Baerbock, quien como candidata a canciller por el Partido Verde había expresado la necesidad de crear una “nueva agenda transatlántica”, ya ha visitado a su par norteamericano Anthony Blinken en Washington. Esta agenda debe dar importancia a los “valores comunes” –DD.HH., libertades individuales, democracia–, en adición a que ambas naciones se conviertan en emisores neutros de gases causantes del cambio climático. 

Baerbock, que ha sido llamada “la candidata transatlántica”, es más crítica del gobierno chino que el más pragmático Scholz. Y que la canciller saliente Angela Merkel, a quien se acusa de haber dado prioridad al comercio con China por sobre los citados valores. En su visita a Blinken, se mencionó el caso de Lituania, que está siendo presionada por China por estrechar sus relaciones con Taiwán, lo que ambos países consideran incorrecto. Baerbock resaltó además que en el espíritu de esta nueva agenda transatlántica las decisiones sobre Europa –refiriéndose a la citada amenaza rusa sobre Ucrania– no pueden tomarse sin que Europa esté presente. 

Una tercera señal será cómo la ministra verde Baerbock promueve y defiende la política energética alemana, con su correspondiente impacto en el medio ambiente, a nivel internacional, lo que ya ha hecho con Blinken. Alemania ha realizado un impresionante esfuerzo para que el 45% de la energía que hoy utiliza provenga de fuentes renovables –eólica y solar–. En consonancia, promociona la capacidad y know-how de sus empresas en materia de energías renovables. A su vez, Alemania sigue implementando una notable transición, renunciando a la energía atómica –hoy 11% del total del consumo energético–, proceso que debe concluir en 2022. Sin embargo, debe confrontar con Francia, quien en una nueva taxonomía de energías verdes de la UE quiere clasificar a la energía atómica como una fuente amigable (eco-friendly) con el medio ambiente. 

Mientras se materializan estas transiciones, Alemania  continúa usando gas (16%) proveniente de Rusia, y carbón (24%) –que planea usar hasta 2038–, con algunas importaciones de Polonia. El canciller Scholz procura evitar que el gas proveniente de Rusia (a través del  gasoducto directo Nordstream 1 y el finalizado pero no en funciones Nordstream 2) se vea afectado por el conflicto ruso/ucraniano, denominando a esta conexión gasífera como fruto de un acuerdo “entre privados”. Irónicamente, la candidata Baerbock se oponía a estos gasoductos como candidata del Partido Verde, pero ahora deberá adoptar la posición pro-Nordstream acordada por la coalición.

Ante estos desafíos, es importante para la Argentina comprender las prioridades actuales de Alemania en materia de política exterior, para poder así interactuar de manera más productiva con este histórico socio económico, político y comercial.

*Analista internacional. Miembro del CARI.