Más que una renuncia, se trató de un portazo en la cara de Jair Bolsonaro. El ministro de Justicia y Seguridad Pública de Brasil, Sérgio Moro, emblema del Lava Jato, dimitió en una explosiva conferencia de prensa, acusando al presidente de obstruir e interferir en las investigaciones de la Policía Federal (PF) y del Supremo Tribunal Federal (STF). Los dardos del ex juez federal también sugieren posibles crímenes de responsabilidad del jefe de Estado, que habilitarían la apertura de un impeachment en el Congreso o, incluso, de un proceso en la Corte.
El temblor político impactó en la Bolsa de San Pablo, que se derrumbó tras el anuncio, y en el real, que volvió a depreciarse. Ante la magnitud de las acusaciones, Bolsonaro anunció una conferencia de prensa para esta tarde.
La salida de Sergio Moro implica una reconfiguración dentro de un Gobierno que pierde su camuflaje anticorrupción. La coalición estaba integrada por tres sectores: los antiglobalistas radicales, liderados por los hijos de Bolsonaro, el gurú Olavo de Carvalho y el canciller Ernesto Araújo; los militares, encabezados por el vicepresidente Hamilton Mourão; y los tecnócratas neoliberales de Moro y el ministro de Hacienda Paulo Guedes. La tercera facción quedó profundamente dañada tras las partidas de Moro y de Luiz Henrique Mandetta, ex ministro de Salud, desplazado hace una semana en plena pandemia.
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“Bolsonaro sintió que con la salida de Mandetta ha perdido el apoyo de los liberales, entonces no hay necesidad de mantener a esa gente. Quien votó a Bolsonaro porque tenía a Guedes como ministro ya no está con él”, afirmó a PERFIL Oliver Stuenkel, profesor de Relaciones Internacionales de la Fundación Getulio Vargas. “Los militares ganan porque están ocupando más lugares. El gobierno está cada vez más dominado y controlado por ellos. Pero los radicales, también llamados terraplanistas, continúan siendo muy influyentes”, agregó.
La gota que colmó el vaso del ex juez federal fue la destitución del director general de la polícia, Maurício Valeixo, publicada durante la madrugada en el Boletín Oficial, pese a que Moro, su superior jerárquico, no había firmado el decreto. “No tengo cómo mantener los compromisos que asumí, sin condiciones de trabajo, sin tener cómo preservar la autonomía de la Policía Federal”, disparó Moro ante la prensa en Brasilia. “Quedó claro que el presidente no quiere que siga en el cargo”, agregó, al asegurar que había violado el compromiso al que habían llegado de darle “carta blanca” para nominar a las autoridades policiales.
Valeixo era uno de sus principales colaboradores desde la operación Lava Jato, la mayor investigación anticorrupción de la historia de Brasil. Bolsonaro ya había intentado sustituirlo en agosto pasado. Moro denunció que el jefe de Estado buscaba controlar las investigaciones de la policía por motivos políticos: “Me dijo que quería colocar a una persona con quien tuviera contacto personal, a quien pudiese llamar, pedirle informaciones e informes de inteligencia. Prestar ese tipo de información no es el papel de la Policía Federal”.
La interferencia del mandatario en la labor de la policía federal sucede justo cuando la prensa brasileña informa sobre investigaciones a sus hijos por desvío de fondos públicos para financiar campañas sucias en las redes sociales contra sus rivales políticos y periodistas.
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Con al menos 19 pedidos de impeachment en el Congreso, casi 50 mil casos positivos y 3.313 muertos por coronavirus, el presidente parece empeñado en fabricar crisis que acentúen la polarización política en Brasil. “Bolsonaro quiere un proceso de impeachment en su contra. Vio que eso fortaleció a Donald Trump en Estados Unidos y le dio el discurso de víctima, de alguien perseguido por el establishment político y el sistema”, afirmó Dawisson Belém Lopes, profesor de la Universidad Federal de Minas Gerais.
El presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, del partido de derecha DEM, aún no impulsó ninguno de los pedidos de juicio político que descansan en su despacho. “Maia fue muy frío y jugó al ajedrez con Bolsonaro. No le quiere dar el discurso de victimización”, agregó Belém Lopes.
¿Podrá el diputado seguir durmiendo bajo la suela los pedidos de la oposición? La salida de Moro probablemente impulsará el clamor por un impeachment, una posibilidad que Bolsonaro alienta día a día.
CP