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Tras revolucionar al Vaticano con su renuncia, Benedicto XVI cumple 90 durante la Pascua

Celebrará en la intimidad con música bávara. Sus colaboradores aseguran que está muy bien de salud y su biógrafo oficial afirma que renunció sin presión. Galería de fotos

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Benedicto | Cedoc

Benedicto XVI, el antecesor del papa Francisco, celebrará este Domingo de Resurrección su cumpleaños número 90 en la intimidad de su residencia en los Jardines Vaticanos. Teólogo, profesor, arzobispo de Múnich, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y Pontífice de la Iglesia católica, intelectual y pianista, Joseph Ratzinger sin embargo se aún más hizo célebre por ser el primer Papa que renunció a su puesto en los últimos 800 años. Quienes lo conocen en la intimidad aseguran que nunca se arrepintió de haber renunciado, "ni siquiera durante un minuto".

"Veo cada día que era lo correcto, una cosa sobre la que había reflexionado mucho y sobre la que hablé mucho con el Señor", dijo Benedicto XVI. Por eso, en la "declaratio" con la que presentó su renuncia, según le contó a su biógrafo Peter Seewald, subrayó que "actuaba libremente". "No se puede partir si se trata de una fuga. No es necesario ceder a las presiones. Se puede partir solo si nadie lo pretende, y nadie lo pretendía en mi caso. Nadie. Fue una sorpresa absoluta para todos", le confesó Ratzinger a Seewald.

Benedicto XVI celebrará su cumpleaños de forma tranquila. "Siempre le espantaron los grandes festejos, sobre todo si el agasajado es él. Como es una persona tímida, se pondrá contento cuando haya pasado todo", dice su biógrafo Peter Seewald, que lo conoce muy bien. El secretario particular de Benedicto, el arzobispo Georg Gänswein, dice que se conmemorará el lunes con una "fiesta modesta, al estilo de su Baviera natal, con una fanfarria bávara".

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Titulado oficialmente "papa emérito", hoy mantiene la mente clara y los pies cansados, según Gänswein, quien afirma que las actividades cotidianas del papa son rezar, leer, recibir visitas o pasear por los jardines de su residencia con ayuda de su andador. A pesar de su renunciar, utiliza diariamente el hábito blanco, una prerrogativa exclusiva del Papa.

Su estado de salud ya no le permite asistir a actos públicos, pero se lo ha visto en las celebraciones más importantes de los últimos años, como la canonización del papa Juan Pablo II. "Por supuesto que se nota que no va a cumplir 18 años", dice el cardenal Gerhard Ludwig Müller, jefe de la Congregación de la Fe. "Pero lo importante es que mentalmente sigue estando muy bien, con absoluta claridad. No le cuesta leer, pensar, todo es como siempre fue", dice Müller.

¿Papa en la sombra? A sus 90 años, Benedicto vive retirado en un convento ubicado dentro de los muros del Vaticano, que fue refaccionado cuando renunció. Hubo teólogos, como el alemán Hans Küng, que habían pronosticado que Benedicto iba a seguir siendo "un papa encubierto", manejando los hilos a la sombra de su sucesor. Pero la verdad es que la relación con Francisco es de respeto mutuo. No gobierna en paralelo, ya que su frágil estado físico no lo permitiría, y mucho menos la firme postura que impuso su sucesor.

A pesar de los fuertes rumores que apuntaban a un enfrentamiento entre las dos "cortes papales", actualmente se afirma que relación entre Benedicto XVI y Francisco "es buena, pero sin llegar a ser intensa". "No es que se pueda decir que sea tan estrecha que ni siquiera pueda meterse una hoja de papel entre los dos, como dice el dicho alemán", dice Peter Seewald. Según dijo Gänswein al diario italiano 'La Repubblica', Benedicto XVI opina que "Francisco es un buen soplo de aire fresco".

Francisco camina hasta el monasterio de Mater Ecclesiae, donde vive Benedicto, para pedirle consejos sobre temas teológicos, sobre los que el papa emérito sigue escribiendo y estudiando. A veces ofrece entrevistas, investiga, y escribe, algo que muchos consideran como un indicio de que quiere seguir ejerciendo influencia en la vida vaticana. "No es que un Papa pueda jubilarse sin más, no es un pensionado que se dedica a cultivar flores", detalla su biógrafo.

No es el Papa más longevo. Su paso por el trono de San Pedro le hizo protagonista de algunas curiosidades históricas. Al ser elegido papa en el cónclave de 2005, Ratzinger se convirtió en el primer Papa alemán desde la muerte de Adriano de Utretch, en 1523, pero antes que él hubo 7 alemanes coronados Papas.

Ocho años más tarde, al renunciar al papado, se convirtió en el primer potífice que lo hacía desde Celestino V, el único que renunció voluntariamente, en 1294, y fue condenado a las puertas del Infierno por Dante en su "Divina Comedia" por haber hecho un "gran rechazo" ante Dios. No pudo, sin embargo, convertirse en el pontífice más longevo, ya que el papa León XIII alcanzó la edad de 93 años.

Joseph Ratzinger nació el 16 de abril 1927 en Marktl am Inn. La región en la que nació, Baviera, había dejado de ser una monarquía hacía una década y todavía estaba presente en la memoria de los alemanes la estrepitosa caída del Imperio Alemán. Pero también se avistaban nubes negras en el horizonte. Un político, bávaro como Joseph, llamado Adolf Hitler, se preparaba para tomar el gobierno y conducir a Alemania a la Segunda Guerra Mundial.

De la Alemania nazi al papado. Como la mayor parte de los jóvenes alemanes de su época, Ratzinger participó en la guerra en los servicios antiaéreos alemanes. Tras la caída del III Reich, estudió en la Escuela Superior de Filosofía de Freising y se doctoró en teología por la Universidad de Múnich, y finalmente fue ordenado sacerdote en 1951. Pasados los años, se convirtió en profesor de Teología y de Dogmática e Historia del Dogma en diversas universidades alemanas, lo que, décadas más tarde, le valdría el apodo de "Papa Teólogo".

Ratzinger nunca se pudo despegar de su imagen de "Panzerkardinal", como lo llamaban en su época al frente de la influyente "Congregación para la Doctrina de la Fe" como férreo defensor de los valores más conservadores y tradicionalistas de la Iglesia. Al principio de su pontificado, que comenzó en abril de 2005 tras la muerte del papa polaco Juan Pablo II, hubo entusiasmo por su persona, sobre todo en Alemania.

Dos años después de su consagración, eliminó el "limbo", que según la teología católica era el mundo existente entre los vivos y los muertos. Más tarde suprimió la elección de Papa por mayoría simple, propició la celebración en la misa en latín y en 2008, modificó, del "Missale Romanum", la plegaria por los judíos. Pero a lo largo de su gestión fue incapaz de cerrar la grieta que se había abierto entre la la Iglesia y los fieles.

Además, su pontificado quedó marcado por una medida muy cuestionada, levantar en 2009 la excomunión del sacerdote Richard Williamson, quien negaba el Holocausto. A ello se sumó el escándalo que explotó en el seno de la Iglesia al conocerse la dimensión que tuvieron los abusos sexuales a menores por parte de clérigos católicos.

Benedicto fue acusado de no afrontar el problema tanto durante su época como arzobispo de Múnich como en su etapa de prefecto de la Doctrina de la Fe. Días antes de su elección como papa, sin embargo, había denunciado duramente "la suciedad" y la "soberbia" de "entre los que por su sacerdocio deberían estar entregados al Redentor".

Renuncia sin presiones. Hasta hoy se sigue especulando sobre el motivo de la renuncia en febrero de 2013. Después de casi ocho años de pontificado, Benedicto catalogó como un "disparate" el rumor de que fue víctima de las intrigas y luchas internas por el poder en el Vaticano, dirigidas aparentemente por el "todopoderoso" camarlengo Tarcisio Bertone. Incluso, en los meses sucesivos, ambientes católicos habían avanzado en la hipótesis que la renuncia no fue válida.

Benedicto XVI se limitó simplemente a explicar que su estado físico ya no le permitía llevar la responsabilidad y la carga como líder de la Iglesia católica: "No hubo presión, de ningún lado", sostiene el arzobispo Gänswein. "Nunca se arrepintió de haber renunciado".

Peter Seewald reveló a finales de 2016 que el papa emérito le afirmó que él había escrito de su puño y letra la carta de renuncia: "No puedo decir con precisión cuándo, pero como máximo dos semanas antes. Lo escribí en latín porque una cosa tan importante se hace en latín", reconoció.

Según el biógrafo, su decisión fue una acción serena y meditada, libre de presiones y fruto de un "estado de ánimo pacífico" que le permitió "pasar tranquilamente el timón" a su sucesor. "No se trató de una retirada bajo presión de los acontecimientos o de una huida por la incapacidad de hacerlos frente", confesaba Benedicto.