INTERNACIONAL
Cumbre del G20

Trump y Putin exhiben su “química positiva” en el primer cara a cara en el G20

El encuentro mantuvo un halo de sorpresa por sus protagonistas. Alto al fuego en Siria, Ucrania y temas espinosos, en la agenda bilateral.

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Putin y Trump. Por primera vez, ambos líderes se reunieron cara a cara, en el marco del G20. | AFP.

Vladimir Putin y Donald Trump tallaron un primer encuentro cara a cara a su estilo: sorpresivo e impredecible. Después de reunirse por dos horas y veinte minutos en un encuentro que, en principio, sucedería por media hora en los intervalos del G-20, el presidente de Rusia y el presidente de Estados Unidos, concluyeron la cita con un acuerdo de alto el fuego en la guerra siria, y abordaron temas espinosos como el conflicto en el sur de Ucrania, la supuesta interferencia rusa en los comicios presidenciales, y la lucha contra el terrorismo.

Desde el 9 de julio, las facciones que combaten en el suroeste de Siria, y que responden a Moscú, Damasco y Washington depondrán las armas de forma indefinida. La medida es simplemente un principio de acuerdo que no garantiza más que la expresión de voluntad para solucionar el conflicto, puesto que Rusia y Estados Unidos anunciaron ya varios alto el fuego que se diluyeron sin pena ni gloria. Sin embargo, podría ser el inicio de una colaboración auspiciosa.

El otro asunto que abordaron, era un número puesto de la prensa estadounidense y parte del gabinete de Trump: la “interferencia rusa” en las elecciones presidenciales. El jefe de la diplomacia de Estados Unidos, Rex Tillerson, declaró que Trump “presionó” a Putin para saber si Moscú interfirió o no en los comicios. Por su parte, el Ministro de Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, afirmó que el mandatario estadounidense “aceptó” la declaración de Putin de que Rusia no realizó ningún ataque cibernético en torno a los comicios. Como una forma de saldar el escollo, ambos líderes prometieron establecer un grupo de trabajo para que las dos naciones trabajen conjuntamente en ciber seguridad.  

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Respecto a Ucrania, la parte estadounidense informó sobre el nombramiento de un representante especial del Departamento de Estado, Kurt Volker,  que tendrá a su cargo la resolución del conflicto en el sur este del país. Según se acordó en la cita, Volker visitará próximamente la capital rusa. Entre sus borradores, debería figurar la resurrección del acuerdo de Minsk, que después de un año y medio sigue extraviado sin que Moscú y Kiev atiendan sus compromisos.

A juzgar por las declaraciones de Tillerson y Lavrov, el contacto entre ambos líderes destacó por la buena voluntad. El ministro de Exteriores ruso precisó que fue un diálogo “constructivo”, mientras que el secretario de Estado de Estados Unidos, destacó la “química claramente positiva” entre ellos. Si se considera la duración de la cita, dos horas y veinte minutos, los acuerdos no parecen ser gran cosa. Sin embargo, la expectativa creada en la previa del encuentro, reunía más indicios para apostar por un posible choque de trenes.

Previa. A pocas horas de aterrizar en Hamburgo para sumarse al G-20, el presidente Putin lanzó una crítica directa al corazón del plan económico de Trump. “Estamos en contra del proteccionismo y la politización del comercio”.

Su declaración parecía ser una respuesta a la intervención del presidente Trump del día anterior, cuando acompañado por el presidente de Polonia, un adversario del Kremlin, instó a Rusia a dejar de “desestabilizar a Ucrania”, adhirió al artículo 5 sobre la defensa colectiva de la OTAN, y le sugirió abandonar alianzas con países como Siria e Irán.

Por su parte, los medios de comunicación llevaban días calentando la escena. El New York Times prometía un enfrentamiento entre ‘machos’: “Trump y Putin se reúnen en un cara a cara a prueba de testosterona”. El Washington Post, por su parte, publicaba un “borrador” firmado por un exasesor de Seguridad Nacional, que sugería a Trump que planteara a Putin que “sabía bien lo que él había hecho” interfiriendo en los comicios de su país. En tanto que en Europa, uno de los periódicos líderes de España titulaba: “Trump y Putin caldean el combate”.

En suma, la realidad dejó en off side a todos menos a Putin y Trump, que parecían muy seguros de cómo sería el encuentro desde su inicio. “Es un honor estar con usted”, dijo el presidente de Estados Unidos antes de tenderle la mano al presidente de Rusia. “Estoy feliz de conocerlo personalmente”, decía el líder ruso, “espero que está reunión genere buenos resultados”.

Expectativa. El encuentro marcó el inicio de la era Trump-Putin en torno a las relaciones bilaterales. Ahora habrá que ver cómo se desarrolla. Seguramente, cuando el presidente de Estados Unidos regrese a su país, tendrá a críticos (dentro y fuera del gobierno) haciendo cola para decirle lo mal que estuvo en tender puentes con Moscú. Putin no tendrá el mismo problema, porque el único opositor real que tiene, Alexei Navalni, salió hoy de la cárcel, y mientras estuvo encerrado se le informó que no podría competir en las elecciones presidenciales del 2018.

Lo cierto es que el presidente ruso sabe muy bien lo que es elevar las expectativas por la llegada de un nuevo jefe en la Casa Blanca y, unos años después, constatar que las relaciones terminan incluso peor que con su antecesor.

Eso mismo sucedió con Barack Obama, quien cuatro meses después de iniciar su primer mandato prometió “un nuevo comienzo” en el vínculo bilateral, visitó al expresidente ruso Dmitri Medvedev en Moscú y apostó por la colaboración. Sin embargo, cuando se despidió el pasado enero, las relaciones se encontraban en un abismo parecido en el que vagaban durante la Guerra Fría.