INTERNACIONAL
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Vuelven los espías: el lado oscuro del Mossad, la CIA y el FSB ruso

Los servicios de inteligencia de Estados Unidos, Israel y Rusia fueron señalados por torturas, asesinatos selectivos y sabotajes. Cómo operan los agentes en otros países.

Agencia. La inteligencia norteamericana fue cuestionada por torturar a presuntos terroristas durante el gobierno de Bush.
| AFP

Los servicios de inteligencia nunca se fueron, pero en los últimos años recobraron el protagonismo que habían perdido desde el fin de la Guerra Fría. En los Estados Unidos, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) fue denunciada recientemente por el Senado norteamericano por torturar a supuestos terroristas en cárceles secretas. El FSB ruso, sucesor de la KGB –en la que se formó el presidente Vladimir Putin–, es el principal sospechoso de envenenar en dos ocasiones al ex espía Alexander Litvinenko. El Mossad, por su parte, tampoco se queda atrás: organizó en 1960 el célebre secuestro del nazi Adolf Eichmann y en las últimas dos décadas fue señalado por las muertes dudosas de líderes de Hezbollah –entre ellos los responsables del atentado a la AMIA– y de científicos del programa nuclear iraní.

Langley. Cuando la senadora demócrata Dianne Feinstein divulgó el informe sobre las torturas de la CIA en la “guerra contra el terror”, el escándalo en los medios de todo el mundo fue mayúsculo. El gobierno de George W. Bush  había autorizado a los servicios de inteligencia a torturar a los detenidos, aplicarles el submarino, privarlos del sueño y someterlos a hidratación rectal, entre otros vejámenes. “Lo impresionante no fue que los agentes de la CIA hayan violado las leyes de Dios o la Convención de Ginebra al torturar en cárceles secretas en Afganistán, Tailandia y Polonia. Eso ya lo sabíamos. Lo shockeante es que sus líderes argumentaran que la tortura funcionó”, escribió en el diario Político Tim Weiner, autor de los libros Legado de cenizas: la historia de la CIA y Enemigos: una historia del FBI.

Moscú. La agencia norteamericana no fue la única envuelta en la polémica. Rusia también quedó esta semana en el ojo de la tormenta, al conocerse que el ex agente Litvinenko, que había desertado y colaboraba con el MI6 británico, fue envenenado en dos ocasiones, en octubre y noviembre de 2006. Andrei Lugovoi y Dmitry Kovtun, dos integrantes del FSB, le habrían suministrado polonio, un potente veneno, como un mensaje del Kremlin a Boris Berezovsky, un opositor que apareció muerto en su casa siete años después.

Miguel Esteban, profesor de Información e Inteligencia de la Universidad de Zaragoza, sostiene que los servicios de inteligencia están para obtener, evaluar y analizar información sobre asuntos relacionados con la seguridad nacional. “También tienen otras dos funciones complementarias: una labor de contrainteligencia, dirigida a proteger los secretos de la propia nación y entorpecer la acción de servicios de inteligencia exteriores en el territorio nacional, y una labor operativa, es decir, la capacidad de organizar operaciones encubiertas”, confió a PERFIL. “Una de las cuestiones más debatidas son la legitimidad de esas operaciones y cuáles deben ser sus límites. Lo que distingue a la CIA, el Mossad, el FSB ruso y los servicios secretos chinos de otros organismos de inteligencia es que sus leyes permiten y animan la realización de este tipo de operaciones”, agregó Esteban.

Tel Aviv. Dentro del Mossad, la Unidad Kidon, creada tras la masacre en las Olimpíadas de Munich de 1972, es la encargada de las operaciones encubiertas más controvertidas, entre ellas sabotajes y asesinatos selectivos. Sus agentes mataron a los líderes de Septiembre Negro y del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), que planificaron la matanza de los atletas israelíes. Además de escuchas telefónicas y hackeos de mails, los servicios de inteligencia de las potencias asesinaron, sabotearon, infiltraron agentes y desestabilizaron a gobiernos extranjeros. Todo, por supuesto, en nombre de su patria.