Fueron encontrados otros 12 cuerpos de miembros de un culto religioso en Kenia que promueve no comer. Con ello las víctimas mortales suman 403 según informó la policía.
Las primeras víctimas de esta “fe”, aglutinada en la Iglesia Internacional de las Buenas Nuevas fueron encontradas el 13 de abril pasado en el bosque de Shakahola, en el condado costero de Kilifi, a unos 400 kilómetros de Nairobi, la capital del país. Algunas habían muerto, mientras que otras seguían vivas pero débiles y demacradas.
Ese bosque de 320 hectáreas pertenece a Paul Mackenzie, líder de ese culto religioso, que se encuentra detenido junto con su esposa.
Las autopsias realizadas en los cuerpos revelaron que el hambre fue la principal causa de muerte, aunque algunas víctimas, incluidos niños, fueron estranguladas, golpeadas o asfixiadas. Los seguidores de esta secta eran forzados a realizar ayuno ilimitado.
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Mackenzie, ex taxista y padre de siete hijos fundó su secta hace 20 años y será procesado entre otras cosas por "cargos relacionados con terrorismo o genocidio". Además, otras 16 personas son acusadas de ayudar a controlar a que ningún seguidor cesara el ayuno o escapara del bosque.
“La secta del hambre”: obligaban a sus fieles a renunciar a sus trabajos y dejar de comer
El "pastor" Paul, aseguraba tener poder profético espiritual y que había visto apariciones de Jesús. Él y su esposa, Joys Mwikamba, crearon esta secta en 2003 y en ella instaban a sus seguidores a ayunar día y noche mientras los líderes disfrutaban de comidas lujosas.
Mackenzie Nthengese se entregó por primera vez a la Policía en marzo, después de que dos niños murieran por inanición delante de sus padres, miembros de su secta.
Según las investigaciones, la casa de Mackenzie sirvió como el templo de sus seguidores, algunos de los que ahora están siendo investigados por crímenes como matar de hambre o asfixiar a sus propios hijos y luego enterrarlos en tumbas poco profundas siguiendo el consejo de Mackenzie.
"Me sorprendió saber que mi hija había matado de hambre a dos de sus otros hijos", lamentó Francis Wanje, un hombre de Mombasa cuya hija y yerno eran seguidores de MacKenzie, quien supuestamente les había dado instrucciones de ayunar y asistir a sus sermones.
"No se les permitió tener agua o comida ya que supuestamente esperaban el regreso de Jesús", dijo Wanje. "Los mensajes del pastor los habían convencido de renunciar a su sustento y dedicarse por completo a sus enseñanzas".
"Mi corazón se rompió en pedazos al pensar en el dolor y el sufrimiento que mis nietos deben haber soportado antes de su prematura muerte", dijo Wanje, que logró encontrar a otro de sus nietos "todo piel y huesos con una barriga protuberante y costillas visibles".
Humphrey Nyongo, ex miembro de la iglesia de MacKenzie, afirmó que el pastor McKenzie "controlaba a sus feligreses" instándolos a renunciar a sus trabajos, dejar de comer y renunciar al tratamiento médico cuando estuvieran enfermos.
La secta creía que las escuelas y los hospitales eran demoníacos y su líder les decía que no llevaran a sus hijos a la escuela, sino que visitaran la iglesia para recibir lecciones de vida. Nyongo empezó a sospechar de estas instrucciones y abandonó la iglesia, pero no fue una hazaña fácil.
"Fui creyente de sus sermones durante 10 años", relató Nyongo. "Empecé a sospechar. Sus instrucciones, que calificó como mensajes de Dios, eran no llevar a nuestros hijos a las escuelas y, en cambio, visitar la iglesia todos los días para recibir lecciones de vida".
Además detalló: "Cuando me mudé a la aldea desde Malindi, comencé un negocio de cría de aves de corral, pero él estaba en contra. No quiere que nadie se involucre en ninguna actividad económica ni se traslade del pueblo al centro de la ciudad".
Liberado bajo fianza
Tras ser liberado bajo fianza, Mackenzie volvió a ser arrestado el 15 de abril. El utoproclamado líder de una secta del condado de Kilifi, en la costa del país, está en la cárcel bajo sospecha de influir a sus seguidores para que ayunaran hasta la muerte.
Según el diario keniano The Standard, el Estado acusa a Mackenzie de "predicar una doctrina peligrosa que alienta a sus seguidores a morirse de hambre para llegar al cielo más rápido" y "manipular a los lugareños a través de enseñanzas religiosas extremas sesgadas y miedo a lo desconocido en busca de la salvación".
Y agregó: "La masacre del bosque de Shakahola es el abuso más claro del derecho humano consagrado constitucionalmente a la libertad de culto. Prima facie, se han cometido crímenes a gran escala según la ley de Kenia y el derecho internacional".
RB CP