La función básica de los medios fue reunir y despachar información. Hasta ahora. Cada vez son más las empresas que acumulan y despachan información. Cuiden lo masivo porque se volverá escaso. Cuanto más hubo, menos hay. El contrapunto de lo masivo y lo exclusivo es algo que a todos nos encanta. Los medios, en especial los diarios, crean un collage en donde conviven las noticias banales con datos muy valiosos. El valor en la información es una moneda que tiene una cara diferente para cada persona. El talento de los editores es lograr la alquimia secreta de medidas complementarias que le dan personalidad a ese mosaico de primicias, avisos, fotos y obituarios. Pero desde que la electricidad se volvió el medio dominante de transmisión de información, las reglas del magnetismo comienzan a ejercer su poder. Las noticias producen atracción o rechazo. La opinión pública forma grupos de interés que parecen limaduras de hierro atraídas por imanes (puntos de vista) que forman múltiples polos.
“Girando y girando en el creciente círculo, el halcón no puede oír al halconero; Todo se deshace; el centro no puede sostenerse; mera anarquía es desatada sobre el mundo...”. Los versos de William Butler Yeats encajan perfecto para los diarios online. Los medios tradicionales como entes centralizados ejercen resistencia a la nueva forma de emisión multipolar y simultánea. El diario evoluciona y pasa de lo inmutable de lo impreso a la mutación constante de los medios electrónicos. Con un pie en el mundo de los átomos y el otro pie en el flujo eléctrico, el diario no puede descuidar ningún frente. Se cuida más al diario en papel pues en general es el principal sponsor de su versión online, aunque la riqueza esté en el nuevo territorio a conquistar que es la web. Pero recordemos que el siglo XXI llegó con el signo del mashup, el mix o la hibridación. En la música con el sampler y el hip-hop; la literatura con el “cut up” que inició William Burroughs; la transgénesis en los laboratorios de las ciencias de la vida. Así como avanzamos hacia la hibridación de la cibernética con los órganos humanos, los diarios están en ese camino pero van más lentos. Sucede que se trata de los medios que usamos para comprender la realidad y su mutación nos produce un enorme desasosiego.
El diario evoluciona y pasa de lo inmutable de lo impreso a la mutación constante de los medios electrónicos.
Al hablar de hibridación me refiero a la penetración recíproca de un medio por otro. En sus continuas exploraciones el diario se siente atraído por la televisión y se recubre de videos. Se vuelve shopping en los contenidos promocionados. También coquetea con las redes sociales en sus foros de lectores pero lo hace con absoluto desdén. Allí hay un punto débil. Las fortalezas medievales que fueron los diarios se ven asediadas por las hordas. El centro desapareció y es imposible vivir en una isla sin volverse insular. Atención, esas hordas son las que traen lo nuevo. Son portadores de la fuerza de la raza. La información pugna por reproducirse y necesita de la interacción para poder hacerlo. Con los medios eléctricos pusimos nuestro sistema nervioso central sobre la piel y el proceso interno de la sinapsis se volvió un fenómeno externo en el que participan los millones de transmisores de la memoria que somos los usuarios. Los medios clamaban por tener diálogo con sus lectores y ahora que pueden tenerlo no encuentran un modulador que les permita escucharlos y enriquecerse. La energía híbrida que se va gestando exige que todos los sentidos se pongan en funcionamiento porque el diario dejó de ser solo para los ojos. Los nuevos medios de comunicación están tomando la delantera en el desarrollo social por encima de los medios de producción. Este hecho trascendental no fue pensado, sucedió. El diario acoplado a la energía eléctrica termina con su estructura tradicional de tiempo y espacio. Se funde con la sociedad a la que le solo le hablaba y convierte a sus lectores en el contenido principal y más valioso. La función básica de los medios era reunir y despachar información. Hoy pareciera que su función cambia. Las pantallas en donde leemos los diarios nos exigen interacción. Este hecho reconfigura la esencia de las noticias. La interfaz adquiere cada vez más funciones (tacto, vista, oído) y éstas atraen a cada uno de nuestros sentidos en un juego de pares. La hibridación de los diarios es con nosotros. El diario en papel se intercambia por papel moneda. El valor en la web es nuestra atención e interacción.
Alejandro María Correa | Twitter: @alargie