Luis Majul está convencido que los últimos 40 años de periodismo en Argentina tienen que ser polemizados y debatidos para “enriquecer el oficio”. Es que el conductor de La Cornisa sostiene que el periodismo sufrió un embate feroz por parte del kirchnerismo, donde a través de políticas públicas como la Ley de Medios -sostiene- “se intentó aniquilar el oficio y destruir a las personas” que lo encarnan.
El periodista impulsa ese debate desde todas las plataformas que tiene a su alcance: en un libro que editará Margen Izquierdo, que escribirán Pablo Marchetti y Pablo Sirvén; un ciclo que emitirá Canal A, denominado “Un Mundo con Periodistas” y la muestra interactiva “De Walsh a Lanata, 40 años de periodismo en Argentina”.
Los tres proyectos estarán sustentados en una encuesta que encargó de manera exclusiva, con las que determinará quiénes son los 40 periodistas más influyentes de los últimos 40 años, según explicó en una entrevista que Perfil.com le realizó al periodista en Margen del Mundo, el predio de 400 metros cuadrados donde mudó su productora y piensa montar la muestra con un bar café al “estilo periodístico”.
- Perfil.com: ¿Por qué creés que es tan importante ese debate periodístico?
- Luis Majul: Primero porque el periodismo de los últimos 40 años es expresión de una grieta cultural que todavía no está saldada. En segundo lugar, porque es necesario una polémica, un debate que esclarezca qué representan esos periodistas. La muerte de Juan Gelman disparó un debate apasionante: si el hombre que había muerto era un hombre que era un gran poeta argentino, que lo era, si era uno de los grandes intelectuales, que lo era, y si también era una persona que defendía haber matado a gente desarmada.
- ¿Cuál es el objetivo?
- Es rescatar el oficio. Es un debate que hay que darse. Y no lo hago por un punto más de rating. Mi objetivo es que en este lugar (Margen del Mundo) se debata, se discuta, se mire. Se van a presentar biografías audiovisuales de cada uno de esos periodistas. Se va a mostrar una época. Los últimos 40 años en Argentina han sido riquísimos. La TV cambió de negro a color. Una dictadura militar. La Triple A. Momentos icónicos de la cultura como cuando se tiró Charly García de un noveno piso, lo que le pasó a Cerati. Pasaron cosas muy fuertes que yo creo que deberían ser debatidas, polemizadas y reivindicadas.
- ¿Ya pasó el furor del gobierno por “democratizar” a los medios?
- De a poco va haciendo mella. Pero para mí, esta guerra va a dejar saldos diversos. Uno es: los que se embadurnaron y metieron la mano en la mierda de la dignidad profesional y humana, van a quedar con algún olor. Que se los vayan o no a sacar con los años, bueno, pero la mierda es mierda.
- ¿Por ejemplo?
- Los he nombrado miles de veces. El tipo que era jefe de la barra brava de Boca, y al otro día es jefe de la barra brava de River. Yo creo que para gente como Diego Gvirtz, o Víctor Hugo Morales, o José Pablo Feinmann. Un montón de tipos que salieron de su eje para convertirse en propagandistas, va a ser complicado recuperar el prestigio y la credibilidad que tuvieron alguna vez. Luego la cosa aflojará. Creo que después hay que rescatar a los que hicieron bien. Pero no es gratuito pasar de informar, periodista, filósofo, historiador, a propagandista. Eso va a dejar una mella. Se va a empezar a rescatar la esencia del oficio.
- ¿Un periodista no puede estar a favor de un gobierno?
- A ver, yo puedo recontra bancar a un periodista que piensa que este gobierno hizo bien las cosas o que no es tan crítico como yo. Pero que haga periodismo. A los que hacen periodismo, yo los banco.
- ¿Pensás que esta guerra sigue ahora, ya sin la Ley de Medios en debate?
- La Ley de Medios fue una excusa política para plantear una trinchera de un lado y del otro. Si la ley hubiera realmente a desconcentrar y a democratizar, no hubiera habido ninguna grieta y ninguna trinchera, se hubiera apoyado sin ninguna disidencia.
- Entonces, ¿con qué fin impulsaron la ley?
- Hubo una estrategia política pensada, elucubrada, para destruir al oficio. Para meterse con el oficio. No es que no estuvieron de acuerdo con lo que yo haya dicho, escrito o publicado, directamente quisieron meterse con las personas. A muchos como nosotros, a mí, incluido, me quisieron destruir como persona. Me quisieron aniquilar: inventaron que era evasor, no lo pudieron hacer. Fui sobreseído. Ni siquiera me pudieron imputar.
(*) De la redacción de Perfil.com.