En una secuencia de alta circulación en las redes sociales, Javier Milei se para frente a una pizarra que muestra el organigrama estatal y despega -uno a uno, con furia y con desprecio- los stickers que nombran a once ministerios, entre ellos Ambiente, Ciencia, Educación y Salud.
La ciencia, argumenta, es “algo bien del sector privado; nada bueno salió del sector público”. A la educación pública le cabe una sola palabra: “adoctrinamiento”.
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En estas horas de desconcierto, es bueno rebatir las diatribas con algunos recordatorios elementales, como que la educación pública formó a los tres Nobel científicos argentinos (Bernardo Houssay, Federico Leloir y César Milstein) o que la ciencia nacional alumbró logros tan relevantes como elby pass coronario, el desarrollo de reactores nucleares con aplicaciones médicas o la identificación de nietos de desaparecidos mediante técnicas de ADN.
Un trayecto que, de confirmarse los resultados electorales en octubre, quedará seriamente amenazado por la lectura anti-derechos del libertario, que tiene en su mira privatizadora a un sistema de 17 organismos científicos y más de 300 institutos de investigación del CONICET. El ajuste podría ser brutal, recuerda el sitio Periferia: en Argentina y en la región, la inversión en el sector es un 70% del sector público.
Si Milei llegara a la Casa Rosada la educación sería optativa, ya que “el tema de la obligatoriedad es querer controlar a los seres humanos”, justifica. Su propuesta es un sistema de vouchersque financie la demanda (los alumnos) en lugar de la oferta (las escuelas).
El presupuesto se dividiría entre los niños en edad escolar, para determinar así el valor de los cheques que recibiría cada familia, que decidiría cuál es la mejor institución -pública o privada- donde enviarlos.
En abril, cuando Milei hizo público ese programa, Daniel Filmus (ex ministro de Educación y actual de Ciencia) recordó que “no existe ningún país del mundo desarrollado” donde la educación no sea obligatoria, y aseguró que “los que se presentan como lo nuevo y moderno ya fueron derrotados por Sarmiento en el siglo XIX”, cuando nuestro país se impuso la educación pública y gratuita.
Defenderla, planteó, “es uno de los principales consensos que los argentinos tenemos que lograr para consolidar un modelo de país integrado e igualitario”. Consenso que, tras los resultados del domingo, corre un peligro impensado.
