Es difícil encontrar un punto de quiebre en una historia que se viene escribiendo desde que Alberto Fernández se convirtió en Presidente e incluso desde antes. Pero quizás se pueda rastrear a la última gira europea del Presidente. Ahí el mandatario volvió a amagar con una declaración política de independencia, con la releección y con empoderarse frente al kichnerismo. Varios se habían anotado en su escudería y ahora empiezan a mirar con preocupación el futuro. Mientras, Alberto, se recuesta cada vez más en su primer círculo íntimo, todos con una relación marcada por los chispazos con el cristinismo.
“Es que ya nos quedamos sin tiempo. En un año, casi clavado, están los cierres de listas y Alberto no termina de arrancar, vive amagando. Él de última no se juega nada, pero nosotros construimos desde la nada, durante muchos años”, reflexiona un albertista -hoy dudoso- que supo tener poder territorial y ahora se pregunta sobre qué será de su futuro.
La cuenta que hacen ahí –son varios los funcionarios de primera línea que abandonaron una intendencia o poder territorial para asumir un cargo- y que hoy tienen dudas sobre si podrán volver a su lugar de origen o si la experiencia del Frente de Todos se los llevará puestos. En esa cuenta también se asoma una fecha: septiembre o a más tardar octubre. “Es que después viene el Mundial y después el verano. Ya para esa época hay que tener definido si vamos a ir con toda para la reelección, algo que parece cada vez más dudoso, o si intentamos volver al territorio”.
Mientras eso sucede, Alberto confía cada vez más en su círculo íntimo. Ahí despuntan Vilma Ibarra, secretaria de Legal y Técnica y mujer clave en el entorno presidencial –que arrastra una larga historia de roces con CFK y ese mundo-, Gustavo Béliz, el todoterreno secretario de Asuntos Estratégicos, y Santiago Cafiero, que a pesar de que pasó a ser Canciller no deja de influir en la cabeza del mandatario. Final incierto.
JLG PAR