La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la mayoría de los gobiernos fallaron en el abordaje de la pandemia. Con esa línea directa podría resumirse la conclusión de una comisión de 28 expertos convocados por The Lancet, la revista médica más prestigiosa del mundo. “El asombroso número de víctimas de los dos primeros años es una profunda tragedia y un enorme fracaso social a todos los niveles”, criticó su presidente Jeffrey Sachs.
La mala preparación de los Estados, la lentitud de su respuesta y la poca atención hacia los más vulnerables -como ancianos y pacientes institucionalizados- contribuyeron a la cifra de 17,1 millones de muertos en estos dos años y medio.
La revista cita los casos de Bélgica, Francia, Alemania, Italia y Reino Unido, que “no pretendieron suprimir la pandemia, sino solo ralentizar la circulación del virus”, ya que hicieron pocos tests en las primeras semanas y permitieron el ingreso de personas infectadas desde China durante el invierno (boreal) de 2020.
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Como agravantes, el informe menciona el retraso de la OMS en declarar la pandemia y en reconocer la transmisión aérea del virus, la falta de cooperación internacional y la “epidemia de desinformación” que obstaculizó las campañas de vacunación.
El corolario es evidente: muchos de los fallecimientos se podrían haber evitado. Entre los aspectos positivos, la revista resalta la cooperación para desarrollar vacunas en un tiempo récord, la asistencia financiera a hogares y empresas, y las ayudas de emergencia del Banco Mundial y el FMI.
La respuesta y las recomendaciones
Para la OMS, el informe “adolece de varias omisiones e interpretaciones erróneas”. En un extenso racconto sobre las acciones desempeñadas, recuerda que tras el 30 de diciembre de 2019 -cuando recibió las primeras alertas sobre una neumonía desconocida en la ciudad de Wuhan- pidió más información a las autoridades chinas, activó un Sistema de Gestión de Incidentes el primer día de 2020 y emitió una alerta mundial a todos los estados el 5 de enero.
Desde entonces se sucedieron sesiones informativas, teleconferencias, planes estratégicos, ruedas de prensa y foros de investigación. “La primera prioridad fue lograr mascarillas para las personas con mayor riesgo en todo el mundo”, recuerda la Organización, que también reconoce problemas de “infrafinanciación crónica” y falta de financiamiento en los países de ingresos bajos y medianos.
En línea con las críticas de The Lancet, advierte sobre la rigidez en los regímenes de propiedad intelectual y el “excesivo nacionalismo” que primó en la producción y distribución de vacunas.
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Para no repetir estos errores, la revista recomienda una acción colectiva que aborde las desigualdades sanitarias mundiales, refuerce los sistemas de salud, mejore la vigilancia de las nuevas variantes, proteja a los grupos vulnerables y cree entornos escolares y laborales más seguros, invirtiendo en ventilación y filtración. Aunque queda mucho por trabajar a nivel interno, sólo se logrará con el fortalecimiento de la cooperación y la solidaridad internacional, y con una OMS “reformada y reforzada”.
JL PAR