Ya no se queman libros, o no se queman con la asiduidad y la pasión de antaño. Pero se censuran, lo que a fin de cuentas no es lo mismo pero es parecido. En EE.UU., por ejemplo, El cuento de la criada, de la canadiense Margaret Atwood, fue censurado en centros educativos.
El libro apareció en 1985; los desastres ambientales y la baja tasa de natalidad hacen que Estados Unidos se convierta en Gilead, un nuevo país gobernado por un régimen fundamentalista perverso que considera a las mujeres propiedad del Estado, esclavas que solo sirven para engendrar hijos, limpiar la casa y atender a los hombres.
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Para condenar la censura y apoyar a la organización PEN America, que lucha contra ella, la editoral Penguin Random House publicó una edición ignífuga del Cuento de la criada, capaz de soportar un fuego a casi 1.500 grados centígrados. Y para publicitar esa salida no tuvieron mejor idea que filmara Margaret Atwood, provista de un lanzallamas, tratando de quemar su propio libro, naturalmente sin lograrlo.
JL PAR