OPINIóN
Internacional

Chile: síntoma de un tiempo de quiebre

Deberemos prestar atención a lo que suceda y esperar que nuestro país vecino consiga ese difícil equilibrio en el que tanto la “Libertad” y la “Igualdad” sean promovidos.

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Queda por ver si las protestas populares se encauzarán institucionalmente. | DPA

En unos años, vislumbraremos estos tiempos como un quiebre en la historia de Occidente. Nuestra otrora avasallante moral sucumbió ante un modelo económico global que relevó sus fisuras, a las incertidumbres que nos genera no saber cómo será el futuro, al avance de las nuevas tecnologías, a la creciente influencia china y, en este año tan especial, a la pandemia.

El viejo lema de que nuestros hijos estarían mejor que nosotros ya no parece tal, lo que nos ha dejado desnudos, temerosos de soñar y expuestos a la tentación de confiar en quienes nos prometen recetas mágicas y revivir nuestro “glorioso pasado”. Trump y el Brexit no son entonces el problema, son sus síntomas.

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El debate de fondo quizás es aquel de la filosofía del Derecho sobre el valor último que nuestras sociedades occidentales deben defender. Para lograr más bienestar general, un sector postula a la “Libertad”; para ellos, el mayor margen de acción a favor de los individuos son la receta y las intervenciones del Estado son meras distorsiones que entorpecen los avances. En contraposición, otros tantos se embanderan detrás de la “Igualdad” y demandan un rol activo del Estado, que no sea neutral para redistribuir y construir sociedades más equitativas.

El solo hecho de ser la región más inequitativa del mundo evidencia los problemas que América Latina ha tenido para lograr sociedades justas y equitativas, que garanticen un piso mínimo de oportunidades para todos. Sin embargo, nuestra historia tan asociada a dictaduras y caudillos que coartaban libertades como el fracaso rotundo de ciertos regímenes que se enfundan detrás de proclamas igualitarias nos impone no desdeñar del valor de la “Libertad”.

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Precisamente, hasta este domingo, Chile venía siendo el máximo exponente regional del modelo construido en torno a la “Libertad”. Un Estado que en las últimas décadas había logrado, sin dudas, importantes avances en materia económica y cierta estabilidad institucional que la hacían parecer inmune a la desazón de una porción de la sociedad, cuyo acceso a tales ventajas parecía una quimera.

Obviando ciertos detalles de un proceso sin duda movilizante, esos sectores desaventajados pudieron construir una agenda que, dentro de los canales democráticos, e imponerse contundentemente en un Plebiscito, que renueva la ilusión que podemos transformar algo de nuestras acogedoras realidades. Chile, entonces, no es sólo un problema, es también un síntoma.

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No obstante, este proceso que se inicia en Chile no es la línea de llegada, es tan sólo el primer paso. Desde ahora, deberemos prestar atención a lo que suceda y esperar que nuestro país vecino consiga ese difícil equilibrio en el que tanto la “Libertad” y la “Igualdad” sean promovidos. Aunque dejemos la razón por un ratito y, en tiempos de vacas flacas, celebremos ese cosquilleo que nos genera sentir que tenemos aún sociedades que pueden y se animan a seguir siendo artífices de su propio destino.

 

Abogado, magíster en Relaciones Internacionales y maestrando en Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Autor de “Los Kirchner y la Causa AMIA”.