OPINIóN
Nuevos aires

Chile: el triunfo de la democracia

El reconocimiento del triunfo del MAS en Bolivia y el referéndum en Chile en una misma semana son un aliciente para la democracia en América Latina y muestran el derrotero para dirimir las disidencias.

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Papeles. El presidente electo, un tecnócrata que sorprendió. Luis Fernando Camacho debilitó a la derecha al dividirla. | cedoc

La elevada participación y la aprobación de la necesidad de la reforma constitucional constituyen un emérito triunfo de la democracia después de meses de violencia desenfrenada que afectó la vida diaria de los ciudadanos. El acuerdo alcanzado por los partidos políticos el 15 de noviembre del año pasado para convocar al plebiscito fue el resultado quizás agónico para dar una respuesta al reclamo popular de expandir los derechos sociales no contemplados en la Constitución sancionada durante el Gobierno de Augusto Pinochet en 1980.

El inocente aumento del boleto del metro de Santiago desencadenó una cadena de protestas de inusitada beligerancia y duros enfrentamientos con las fuerzas de seguridad donde se mezclaron las demandas por una mayor presencia del Estado para atender las necesidades básicas con el rechazo a la insensibilidad del sistema político para comprender los cambios en la sociedad chilena. No era la primera vez que la ciudadanía recurrió a las protestas callejeras para exigir reformas que no estaban dentro de la agenda de los partidos políticos.

La economía chilena mostró en las dos últimas décadas un mejoramiento continuo. El PBI pasó de 70.980 en 2001 a 282.318 millones en 2019; el ingreso per cápita  alcanzó los 25.155 dólares y el  nivel de pobreza se redujo al 7,9%. Las cifras macroeconómicas son elocuentes respecto al éxito de la estabilidad y la persistencia en mantener el modelo de apertura con escasas variaciones a pesar de la alternancia de derechas e izquierdas en el gobierno. Sin embargo, el  mismo crecimiento está en el origen de los cambios y mayor amplitud de la estructura social con sus exigencias de  participación en el progreso de las últimas décadas.

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Los contundentes resultados electorales  en favor de una nueva Constitución deberían abrir una etapa de distensión y discusión sobre el futuro de la sociedad chilena

La derrota aplastante de Piñera y la derecha en Chile

El modelo económico implícito en la Constitución de 1980 tuvo el propósito de privilegiar la participación del sector privado y restringir la del  Estado como una forma de contener el gasto público para acotar el aumento de los impuestos. La participación del Estado en el PBI según los datos de la OECD fue del 25,5%  en 2019 considerado exiguo para un país de mediano desarrollo donde todavía se necesita atender necesidades apremiantes de los sectores de menores recursos.  A esta situación se suma un Coeficiente de Gini del 0,46% sobre la desigualdad en la distribución del ingreso que debería disminuir acorde con esa evolución.

El plebiscito aprobó la convocatoria a elecciones en abril del año próximo para elegir 155 congresales que conformarán  la Convención Constitucional durante el lapso de nueve meses prorrogable por otros tres. La elección se hará aplicando los parámetros para la elección de diputados con  un estricto reconocimiento a  la paridad de género.  Los ciudadanos rechazaron la Convención Mixta  que hubiera dado un mayor peso a la distribución del parlamento actual.  

Chile: terminó el referéndum con rotundo apoyo a una nueva Constitución

Los contundentes resultados electorales  en favor de una nueva Constitución deberían abrir una etapa de distensión y discusión sobre el futuro de la sociedad chilena y más aún en el contexto de la crisis del Covid-19 donde se necesitará de un esfuerzo denodado para superar las secuelas. Pero este impasse también dependerá de la voluntad de los partidos políticos de promover una apertura para involucrar a los ciudadanos en el diseño de su futuro. Habrá sectores empedernidos en oponerse a cualquier tipo de evolución por principios ideológicos pero también es cierto que el éxito de la jornada de ayer estuvo basado en el despertar provocado por las manifestaciones de protesta.  La canalización de las inquietudes con una efectiva participación demandará un sacudón de las burocracias que han dominado durante años las estructuras políticas.

El reconocimiento del  triunfo del MAS en Bolivia y el referéndum  en Chile en una misma semana son un aliciente para la democracia en América Latina y muestran el derrotero  para dirimir las disidencias. Solo cabe esperar que esta lección pueda servir de ejemplo para encontrar soluciones donde todavía se recurre al fraude y la violencia.