OPINIóN
Elecciones 2019

Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa comienzan la separación

Ahora la campaña del Frente de Todos está llegando a la bifurcación. Cuál será la estrategia de cada uno.

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Cristina Fernández de Kirchner, Alberto Fernández y Sergio Massa. | Cedoc

En la política, como en la vida, se pueden lograr grandes cosas si uno está bien acompañado, pero también hay que reconocer el momento en el que hace falta separarse y que cada quien tome su propio camino. Ahora la campaña del Frente de Todos está llegando a la bifurcación. No es una separación definitiva, por supuesto, sino una necesidad de campaña. Ir por separado para cubrir más terreno. Dividirse para multiplicar.

El equipo de Alberto Fernández se prepara para su lanzamiento como candidato presidencial el 7 de julio. Hasta acá fueron política y negociaciones. A partir del 7, habrá que salir a buscar a la gente, seducir al 40% de indecisos. Pescar en el mismo lugar en el que pesca el oficialismo. Para ello, se prepara un video de Alberto Fernández solo, hablando a cámara en un lenguaje sencillo y directo.

Entretanto, la campaña de Cristina avanzará por un carril más emocional e indirecto. A través de las presentaciones de Sinceramente, en distintos puntos del país, se buscará reconstruir el relato del gobierno kirchnerista y plantear críticas al gobierno. En cuanto a Massa, el aliado, se lo reservará para presentarse en situaciones puntuales y en determinadas provincias donde se puede presumir que tendrá buena entrada, y donde el modelo K no es bien visto, como Córdoba, Jujuy, Chubut etc . El estilo de campaña funcionará sin incrementar la grieta, no en contra de Macri si no a favor del país.

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La intención de Alberto Fernández es recorrer el país dos veces, mostrarse con independencia dentro de la fórmula y construir niveles de conocimiento mayores. El equipo está confiado y se ven con posibilidades de seguir creciendo, esperan algún embate o hecho mediático por parte de algún sector del gobierno, aunque creen poder esquivarlos. También quedan acuerdos por cerrar pero ahora la campaña ya empieza a ganarle a la política.

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Lo que queda en evidencia, gracias a este reparto de tareas, es el lugar que se proyecta para los diferentes candidatos, en caso de que lleguen a ser gobierno.  Muchos hasta ahora han puesto en duda el rol que le cabría a Alberto Fernández. El fantasma del “presidente títere”, como una especie de segundo Cámpora, se viene agitando desde el anuncio oficial de la fórmula. Tanto los kirchneristas duros como los antikirchneristas rabiosos querrían creer que en realidad “va a gobernar Cristina”, sin más. El problema es que es suposición parte de una lectura errada de la coyuntura política en la que estamos.

Está claro que Cristina no eligió a dedo a un candidato al que pudiera manejar. Si hubiera sido por eso, había muchos aspirantes mejores, miembros de la línea dura del kirchnerismo que ya coqueteaban con la candidatura como Axel Kicilof o Agustín Rossi. Pero Cristina no eligió un subordinado sino un aliado político, uno que incluso fue abiertamente crítico durante su gobierno. Y, además, uno con cintura política. Alberto es, dentro de la gente de confianza de Cristina, el más capacitado para poder gobernar un país.

Hace mucho tiempo que Alberto Fernández tiene la ambición de ser presidente, y hoy las circunstancias le ponen esa posibilidad al alcance de la mano. En su círculo íntimo y su equipo de campaña, que ya empieza a ponerse en marcha, aseguran que no tiene ninguna intención de dar un paso al costado ni desperdiciar esta oportunidad. Sus acciones como candidato muestran a las claras que se está preparando para gobernar, y para gobernar con una amplia base política.

En este sentido, su reunión el miércoles con un grupo de doce gobernadores fue mucho más que una foto. En la mayoría de los casos, se cerraron acuerdos con los dirigentes provinciales y se aseguró su apoyó en las elecciones. Cuenta con un respaldo en el interior del país que todavía es la gran falencia de Juntos por el Cambio. Incluso dirigentes más ambiguos, como el ajedrecístico Rovira (Misiones) se entusiasmo en privado con el proyecto de Alberto (aunque de acuerdo a su pacto con Macri no se mezclaría ni tomaría partido abiertamente).

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Su candidatura contaba con este perfil de negociador y creador de consensos. Estaba claro que, para vencer al oficialismo, Cristina no podía presentarse sola, sino integrar un espacio que también reuniera a otros sectores y a buena parte del peronismo. Si algo garantiza que será Alberto el que gobierne es que él es a fin de cuentas quien selló esta compleja red de alianzas. Es verdad que se han garantizado lugares para La Cámpora (con la que con algunos tiene buena relación), pero la intención es que, de ser presidente, Alberto sea quien designe íntegramente a su gabinete, sin injerencias del kirchnerismo.

Se menciona también que hoy por hoy Cristina está cansada, ocupada en cuestiones personales, y no quiere volver al centro de la escena. El único territorio que acordó como propio es la provincia de Buenos Aires, una campaña en la que Alberto participará a lo sumo muy poco. Otro fantasma, que en este caso recorre las filas del cristinismo, es el de la traición. ¿Será capaz Alberto Fernández de darle la espalda a Cristina? Ella, más que nadie, sabe el ninguneo que un presidente puede hacerle a su vicepresidente una vez llegados al poder. Sin embargo, la ex presidenta se muestra totalmente confiada en que Alberto, si es presidente, va a defender su lugar en el gobierno. Que no será una especie de Lenin Moreno local (quien, una vez en el poder rompió con su padrino político, Correa, y destituyó y enjuició a su vicepresidente).

El equipo de campaña tiene marcado el 7 de julio como el “día F”, el momento en que el “verdadero” Alberto tendrá que salir a escena y a partir de ahí a demostrar a quiénes y a cuántos puede convencer. El hombre tiene ilusiones como el pájaro alas. Eso es lo que lo sostiene.", Blas Pascal...

JDI CP