Se fue el 2022. El Presidente Alberto Fernández despidió el año esperando a la selección nacional de fútbol en una soledad que solo se compara con “El naufrago” junto a su pelota Wilson; mientras el ministro "Wado" de Pedro, parado en la escalerilla del avión, negó que su intención era ir a saludar a los ganadores de la copa. Este año que se nos fue, cerró con un diciembre memorable, con un equipo que demostró el valor del mérito, valor opuesto a lo que representa nuestro mandatario. Por su parte Cristina Fernández finalmente fue condenada, con un fallo histórico y una pena discutible; pero con la casi certeza que volverá a ser candidata para conservar algo de poder político para evitar que una sanción caiga sobre sus hijos. Milagro Sala, luego de ser ama y señora de Jujuy, también recibió una condena a 12 años, demostrando que cuando la República funciona, los feudos dan lugar a un lugar vivible, donde el que persigue a opositores, roba y oprime a su gente, finalmente lo paga.
Este también fue el año de Sergio Massa, ministro de economía improvisado por la necesidad de un gobierno sin gestión, que no ha podido domar la inflación que esta en torno a 4,9%, y la interanual en el orden del 95%. Este funcionario supo tomar medidas chavistas como “Precios Justos”, vender humo mediante una gira por los EEUU que vino de la mano con un acuerdo de intercambio de datos bancarios que solo despertó la ira de los pequeños ahorritas; y el dólar que se le disparó por encima de los $350. En efecto, éste no ha generado empleo; se dedicó a beneficiar a sus socios políticos con un perdón a las distribuidoras de luz por $62,000 millones; y nos obliga a poner la lupa para que en los primeros meses del 2023 no haga algo de gravedad estratégica contra nuestra seguridad nacional, como es entregar la red de 5G al gobierno chino. A pesar de todo, el líder del Frente Renovador, aprovechando su evidente y fuerte blindaje mediático, desplegó una campaña de redes sociales para contarnos el éxito de sus medidas y dejar la puerta abierta a una eventual candidatura, para el caso que Cristina no se presente.
Los silencios de “El gato”
Mauricio Macri se dedicó este último año a ser una celebrity, recorrió el conurbano, visitó Qatar donde se codeó con estrellas y mandatarios; y por sobre todo se dió el gusto de incomodar con su silencio a sus adversarios inmediatos. El ex Presidente sabe que una definición suya bastará para ordenar al PRO y a Juntos por el cambio; y darle forma al escenario político nacional. Queda entonces que en marzo, cuando su imagen negativa se equipare con la positiva, decida finalmente si es o no candidato. Horacio Rodríguez Larreta por su parte, a pesar del protagonismo que le dió la cuarentena del 2020, no supo capitalizar ni conformar un armado y liderazgo que lo coloquen como sucesor de “El Gato”. En efecto, tomó decisiones desacertadas, desde incorporar dirigentes alocadamente, aumentando el número de cargos de su gestión, creó tributos violando toda promesa de campaña, y jugó inapropiadamente la carta de su romance, que incluyó una gira internacional sin una propuesta concreta que lo muestre como presidenciable. El caso de Patricia Bullrich es más complicado, pues no ha logrado consolidar su construcción territorial, no cuenta con los recursos que poseen sus competidores, y su suerte dependerá de la decisión de participar del ex Presidente. Por otra parte todos los días trata de mostrarse cercana al liberalismo, siendo aparentemente este nicho una especie de ofrenda prometida a su jefe político; algo imposible de cumplir ya que es un sector que se encuentra muy atomizado.
Por su parte los peronistas rebeldes, no encolumnados con el oficialismo, encontrarían en Juan Schiaretti y Miguel Ángel Pichetto, las figuras para meterse en las comicios, pues son los únicos que vienen demostrando intención de jugar en las próximas elecciones. La realidad liberal es otra, pues solo somos dos referentes dispuestos a competir en la elección presidencial. Por un lado está el candidato que representa las ideas anarquistas, el de la quema del Banco Central y el libre comercio de órganos; y por por otra parte quien suscribe esta columna, representando a “Demos”, un espacio horizontal, que promueve una propuesta racional de las ideas de la libertad, con fuerte énfasis en el rol de la geopolítica como condición necesaria para solucionar los problemas económicos de nuestro país. Por lo demás, los otros referentes que comparten la misma ideología, ya anunciaron que participarán en la Provincia y la Ciudad de Buenos Aires.
Otro año fuera del mundo
En Brasil ganó Lula da Silva, a quien Alberto lo emboscó para “robarle la foto” horas después de la elección. El brasileño se había referido a nuestro Presidente como un mal ejemplo de gestión, al tiempo que esa misma noche, usó una gorra con la leyenda “CFK 2023”; mostrando así su simpatía por Cristina Fernández. El 2022 se caracterizó por una política exterior que podemos calificar de “excesivamente afectuosa”, en el estricto sentido de la palabra; ya que nuestro mandatario se dio el lujo de toquetear a varios de sus pares, en una particular forma de expresar afecto que por lo general se dió en el marco de grandes eventos como el G20. Este mismo año vio el ascenso y caída del presidente del Perú, Pedro Castillo, que llegó al poder con su sombrero y el apoyo de Alberto; y luego de un intento de golpe de estado, fue detenido por las autoridades locales. En efecto, nuestro mandatario ha sabido cultivar relaciones con gente que, una vez de recibir el apoyo del argentino, cayeron en desgracia.
En el 2022 nos visitó un avión iraní sancionado por los EEUU y cargado de agentes del SEBIN y guardias Quds, que estuvo paseando por el país repartiendo buenos deseos y al que todos en el gobierno trataron de minimizar su presencia en nuestro territorio; del que poco tardaron en desembarazarse del problema y mandarlos a todos a casa. El presidente ruso Vladimir Putin inicio una guerra de “3 días” que, camino a un año de inicio del conflicto, pocas horas antes de la invasión había recibido el total apoyo de Alberto Fernández; dando forma a un espectacular acto de torpeza diplomática. Los chinos cerraron el 2022 con una política sanitaria bestial, que tiempo atrás, supo ser escuela para gobernadores cómo Axel Kicillof y Gildo Insfrán. Lo curioso es que arrancaron el 2023 levantando todo tipo de restricciones; demostrando que, lejos de cuidar a los propios, siempre se trató de someter a la población.
En su tercer año de gobierno, Alberto Fernández, llegó a cortar el pan dulce desconociendo un fallo de la Corte Suprema de Justicia, y con el 52% de la población recibiendo algún tipo de asistencia del Estado; convirtiéndose en un verdadero “Presidente Meme”. En efecto, el mandatario se consagró como el ganador de las tres copas: la de la pobreza, el desempleo y la inflación.